domingo, 9 de enero de 2011

EL AMOR INTELIGENTE - Por Vicky Moreno


         En nuestra cultura y tiempo puede que no haya una palabra más pronunciada y de la que menos se sepa. Llamamos AMOR a cualquier cosa, decimos AMAR a cualquier persona. Pronunciamos sentencias poderosas que aseguren que amor es lo sentido cuando una emoción nos arrebata, y al poco comprobamos que lo que parecía inextinguible sólo era vanidad y complacencia, el ego regalado en pos del otro.
Hay que ver las películas de vampiros con ojos de mirar al que llevamos dentro. Pero tranquilos. El lobo es inocente de tener colmillos. Lo malo es que nosotros, al hablar como “humanos” deberíamos poder clarificar a qué subespecie pertenecemos para saber en qué punto del camino evolutivo de la piedra al ángel nos encontramos, respondiendo así a la máxima de las máximas:  “Conócete a ti mismo”.
         Dejando de lado el zoomofismo de la especie humana, quiero que pensemos juntos en lo que es el AMOR y, su antagonista, EL TEMOR (no el odio, que no es más que una forma emocional de amor frustrado).
Ver a la especie caminar en el trayecto hacia sí misma desde lo denso a lo sutil, a través de su alambique vital, unas veces me impacienta y otras me congratula. Cada uno de nosotros, a título individual, tiene idéntico trabajo día a día: Esforzarse para ir de la piedra al ángel, como dijo Unamuno..
         Como motor de esa matriz generadora hacia el ángel, hay una fuerza centrífuga que nos expande y multiplica, que bien podríamos llamar AMOR, pero con mucha prudencia, porque ese  vehemente impulso hacia afuera, siendo una sola energía, toma el color, carga y densidad del tipo de cuerpo que la emite.
Lo que llamamos YO es una entidad egoica compleja que, a modo de traje de buzo, nos permite la experiencia de vida al nacimiento, pero nos identificamos tanto con el atuendo que dejamos de ver al único ser real, el que está dentro y usa la herramienta, el que observa todo lo que ocurre y único que está realmente viviendo, por más sofisticado que sea el material, circuitería, tubos y botellas de su traje...
Como la propia ciencia ha comprobado, más allá de nuestro cuerpo físico, interpenetrándose e interrelacionándose, se encuentra nuestro cuerpo emocional, nuestro cuerpo mental y nuestro cuerpo causal. La energía que erróneamente llamamos AMOR a menudo sólo es muestra de las necesidades más básicas manifestadas por nuestros niveles más densos y bien justificadas con el traje de dignidad que les pone la mente.. Se reviste de romanticismo la necesidad del cuerpo físico, se siente arrebatador el fuego del emocional y todos esos códigos engañosos comunmente aceptados sólo tienen como resultado el apasionado vampirismo de los amados por aquéllos que dicen amarlos.
La violencia en la pareja tiene ahí su origen. Si la educación infantil y el poder mediático no empiezan a hacer hincapié en una sana cultura emocional como elemento esencial para el desarrollo, seguiremos creando generaciones de jóvenes confundidos, creyendo que las erupciones emocionales son nobles sentimientos que con su aparición o desaparición acreditan el comienzo o final de una pareja, y tratando de resolver los conflictos desde el mismo lugar descerebrado en el que se crearon. No podemos buscar afuera la felicidad que hay que aprender a sembrar, cultivar y cosechar primero adentro
Porque el AMOR no es esa necesidad imperiosa del otro que manifiesta el cuerpo físico, ni ese ramillete de emociones locas con las que pide ser contemplado y adorado el emocional. Todo esto es egoica necesidad y pragmático utilitarismo.
El AMOR es la inteligente voluntad de estudio, cuidado y donación hacia el amado, o no es nada..
El verdadero AMOR es COMPASIÓN Y TRASCENDENCIA. Es la energía de la creación usando al observador como canal y manifestándose a través de todos sus cuerpos para generar redes de luz. Si activa sólo los niveles inferiores, es deseo, es impulso, es emoción animal, es apego, pero no es AMOR si no se eleva desde el corazón a la mente superior. No hay AMOR sin voluntad inteligente de bien y desapego. No hay amor sin discernimiento.
Siempre que nace un “nosotros” se produce una alquimia compleja y que requiere imprescindibles ajustes, porque la luz de la generosidad y el desapego del AMOR se enfrenta en cada miembro de la pareja a la fuerza centrípeta y acumulativa que el EGO manifiesta como temor en interés propio; así como a la inercia de uso de la energía que estuviera antes de ellos. Todo es un interesante juego de luces y sombras del que los amantes no son pasivos espectadores sino que deben gestionar una vez más con talento y voluntad..
         El TEMOR y el APEGO son las mayores fuerzas centrípetas que anidan en el corazón del ser humano. Son ladrones de vida, porque habitan y se nutren de lo inexistente, es decir, lo pasado o lo futuro, secuestrando el presente y absorbiendo la energía del entorno sin saciarse nunca. Debilitan a los portadores y a aquéllos en quienes se ceban, haciéndoles entrar en la espiral centrípeta de la avidez, el miedo o los celos..
 El EGO no es algo perverso a destruir, pero tampoco debe de ser un tirano a consentir. Es un instrumento de la personalidad útil para la defensa básica y para la supervivencia. Envía señales muy poderosas sobre lo que quiere y lo que detesta (RAGA y DWESA), cuya utilidad inicial es evidente y hasta saludable, porque suele servir para avisarnos de nuestras necesidades básicas. Sin embargo, es una línea fina la que separa el bienestar con el que nos premia por haber ido o huido hacia donde nos solicitaba, de la angustia sobrevenida tras pedir más y más de eso que nos dió placer. Sin discernimiento, puede convertirnos en peleles seguidores de su recompensa, creando una auténtica cárcel, un auténtico y centrípeto agujero negro
Las personas enfermas de victimismo han hecho profesion de su desgracia, siempre atribuida a un entorno que poco o nada suele tener que ver con la causa. Hay que evitar a cualquier precio deslizarse por la rampa de la autompasión porque, una vez introducidos en ese movimiento espiral, es muy difícil poder parar y girar el volante hacia la COMPASIÓN.
Del mismo modo, pero en sentido opuesto, la fuerza centrífuga del AMOR es un hermoso sentimiento que hace surco según se practica, produciendo un impulso creciente de entrega hacia los otros que se vuelve inevitable. Sin embargo, también hay que gestionar y modular correctamente el dar y el darse, para poder repartir con justicia nuestra energía y saber vencer inercias, de manera que la entrega se haga sólo donde  mejor corresponda y de la manera más sincera, sana y eficiente.
         No hay que confundir TEMOR con PRUDENCIA. La “frónesis” es para Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, una virtud capital que utiliza la información y el conocimiento para diferenciar lo prudente y aconsejable de lo que no lo es. Hay que quitar a la prudencia su halo de aburrimiento, porque ser prudente no es ser tibio, sino sabio.
         El TEMOR contrae y debilita y no es un buen compañero de viaje, lo mismo que tampoco lo es esa locura de dos egos en arrebato basada en el egoísmo y el apego, a la que llamamos inadecuadamente AMOR.
Cuando San Agustín dijo la sabia sentencia de AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS se refería a ese otro AMOR, aquél que no mide, no pide, no espera, no recela, porque en el dar, en el darse, tiene toda su gloria y alimento. Esa dimensión del amor genera paz, luz y calor, nutriendo cuanto toca, y lleva aparejado inexcusablemente responsabilidad para tomar cuidado del amado, y discernimiento para ser eficiente en el amar, además de todo el gozo del que cada uno sea capaz.
AMAR DE VERDAD es dar curso a nuestro destino y es el mejor deporte para todos nuestros cuerpos.

                                          Vicky Moreno /
                                                               Enero 2011      

viernes, 7 de enero de 2011

MI BUZÓN ESTÁ LLENO

de Vicky Moreno, el Viernes, 07 de enero de 2011
 
A punto de escorar
mi nave de palabras 
en este mar de bits despreocupados, 
paseo la mirada por cubierta,
reviso los containers
y se me hace muy difícil
saber qué descartar y echar al agua.

Sagrado es lo que vino.
Lo enviado, mi yo.
No siempre es de fiar lo destacado,
pues lo que ayer sentí 
ya es el pasado
y algo que no brilló
puede que ahora
tenga un gusto especial
que lo haga mío. 

Ya sé. 
Puedo seleccionar los usuarios:
A los que quise bien y mandé afecto
les renuevo el espacio como halago, 
y a emisores sensibles y especiales,
que me hicieron vibrar con su palabra,
les confirmo mi aprecio y atesoro.

Pero.... de nuevo en vano.
Me he encontrado
mensajes imperdibles
de personas lejanas,
ya olvidadas, 
que enviaron el néctar de su alma
en cajita de oro y pedrería,
después arrinconada en la bodega
donde ya no hacía daño su recuerdo.

En algún otro estante
hay sentimientos,
abrazos embalados con cariño, 
que me niego
a que queden en la nada.

Y, al fondo, reflexiones,
impúdicas presencias de mi alma 
que no alcanzaron otra categoría
y están solas ahí, 
como pendientes
de hacerse relevantes para otro.

Hoy no sé
si cortar mis recuerdos,
o cortarme los sueños;
acortarme la historia
o cortarme las venas.
  

Vicky Moreno /
                      Enero 2011

jueves, 6 de enero de 2011

LA CABALGATA DE BUEYES

     En un indolente zapear de tarde griposa me cae de pronto frente a los ojos la caravana de la frivolidad comunmente llamada “Cabalgata de Reyes”.  No sé si, como en la fábula, soy la única que ve al rey desnudo y sí sé que, si hablo, me juego el cuello, porque no me lo perdonarán ni los que, como yo, ven la idiotez ambiente pero no se plantean siquiera preguntas que les pongan en la incómoda posición de cuestionarse nada, ni los que ya están  completamente abducidos, sin capacidad más que para seguir zanahorias o luces de colores.
   Juro que no es desde la soberbia, sino desde el asombro, que vomito mi inquietud porque, en el fondo, todavía dudo de mi propio juicio. Pero..... ¿han visto Vds. la cara de esos “pajes disfrazados de eunucos y juglares del XVIII (tiempo, por otra parte, en el que la nobleza era representante de la vileza más feroz) Y, ¿qué me dicen de sus majestades, representados siempre como jeques árabes que tiznan, y con sus ropajes y oropeles recuerdan cómo la realeza jamás ha estado al servicio de los pobres (por eso seguramente fueron obligados por el ángel a visitar a uno).
  Pero... No entiendo nada. ¿Por qué no usan al menos negros genuinos, que no destiñan ni lleven bolsas gigantescas de agua caliente en la cabeza.... ¿Qué puñetas hacemos tirándoles caramelos a los niños si luego les contamos que son malos para los huesos?  ¿Qué creemos que va a suceder en sus cabecitas  diciéndoles que no hay que mentir mientras nos ven hacerlo a mansalva?, ¿cómo se supone que no pasa factura en su tierna estructura moral el sostener durante años la fantasía más chapucera -puro insulto a su inteligencia-, y luego descubrirles que ahí no había nada de todo ese mundo de color? ¿Qué consecuencias tiene en su escala de valores que, cuando se enteran, automáticamente, cual rito de paso, ganen categoría al  ocupar ya ellos mismos el sillòn de “mentirosos”, encargados de ocultarlo a sus menores?....
  ¿Han visto sus caras? No tienen ilusión.... TIENEN MIEDO.  Miedo de un bochornoso espectáculo que se muestra con su grandeza de cartón, anunciándoles un mundo desconcertante y vano, que sus mayores tratan de venderles como de “sueños” e “ilusiones”; miedo de esos gigantes terribles que luego pueblan las sombras de sus pesadillas; miedo a un mundo adulto que se les aparta con mentiras, en nombre de la prolongación de la “magia”; miedo al mañana cuando ven con horror que no tiene carta a los reyes, ni fuegos artificiales, ni carrozas cargadas de regalos, ni consensos festivaleros....
   Por eso no es extraño que algunos se nieguen a crecer, que busquen refugio en mundos paralelos más parecidos a los de las visiones que les chutamos en su infancia, que se rebocen en paraísos químicos o virtuales donde a ratos pueden prolongar la fantasía que les vendimos como “felicidad”. Es lógico que se rebelen contra los adultos, con la rabia del que sabe que mienten, porque, al alejarles la verdadera ensoñación de lo natural y la preciosa magia de lo real, se desubican frente a una sociedad de cartón piedra donde los valores que les inculcamos no resultan estar en uso ni tienen más presencia que la mediática y consumista.
   Ya está bien, por Dios. ¡Si Cristo levantara la cabeza! Pero no. También se lo hemos acartonado. El “Niño Jesús” que les mostramos no es ni por asomo representación del que nació en el portal, es el becerrín de oro que, en un ataque de locura colectiva, gastamos millones en decorar y pasear por doquier junto a sus ninots, de la misma manera en que luego repetimos la hazaña unos meses más tarde, luciendo macabramente en Semana Santa el espectáculo de su sufrimiento y cadáver. Estamos locos.
    Por qué no pensamos que, con los fondos que empleamos en todo el mundo para festejar cretina y fastuosamente el divino nacimiento, salvaríamos a los únicos seres en los que realmente se puede abrazar la divinidad: Esos de piel y huesos; todos esos “Niños Jesús” aún harapientos; esas niñas violadas que fueron madres con doce años; aquellos otros sin más juguetes que un fusil de asalto; los que en pleno Siglo XXI todavía tienen que caminar con treinta kilos en la cabeza cada día para poder llevar agua a su casa; todos los que viven en la miseria, en la enfermedad, en la ignorancia, en el abandono y, además, con nuestro consentimiento.
   Creo que, en el fondo, todos estamos programados para seguir adorando bueyes y luces de artificio, y hacemos cualquier cosa por perpetuar la simpleza para no reflexionar sobre ella......
    Son demasiados los que creen que, cuando lo dicen todos, es que el rey va vestido.

                                               Vicky Moreno
                                                  05-01-11