sábado, 31 de diciembre de 2011

lunes, 19 de diciembre de 2011

¿QUÉ HARÍAMOS CON TANTA BOSTA? – Por Vicky Moreno


El estudio de la OCDE “Divididos estamos: por qué aumenta la desigualdad” indica que “el ingreso promedio del 10 por ciento de las personas más ricas representa nueve veces el del 10 por ciento de las más pobres”, en los países que integran la organización (cifras citadas en http://periodismohumano.com/economia/cuando-los-ricos-se-hacen-mas-ricos.html)
         Me hundo frente a esas cifras. La distancia entre ricos y pobres sigue aumentando en todo el mundo. En un mismo país la renta per capita de sus gentes puede llegar a tener un diferencial de 15 a 1, es decir, como ejemplo y sin irnos a ningún país árabe, cuando un alto ejecutivo europeo obtiene de media quince mil euros en un mes, un trabajador con contratos precarios sucesivos no llega a los mil. ¿Hay quince veces más horas trabajadas por el primero? NO ¿Hay quince veces mayor calidad en el trabajo del primero? NO ¿Hay una producción real de bienes quince veces mayor como consecuencia del trabajo del primero? NO  ¿Hay siempre una formación quince veces más larga o más profunda? NO ¿Hay quince veces más necesidades básicas en la vida del primero? NO.
Veamos un poco la secuencia del marco psicológico, educativo, ético y social que la provoca:
Hace muchos años el sueño americano era un reflejo del refrán de “el que la sigue la consigue”. Se daba por supuesto que el esfuerzo, el trabajo y la perseverancia podían hacer llegar a cualquier individuo a las más altas cotas del ranking social, mejorando sus expectativas económicas a base de competir de forma lícita entre iguales. Muchos fueron los llamados y pocos los elegidos, pero el impulso de esa fe en el progreso resultó determinante para que la sociedad industrial facilitara el despegue de personas que jamás hubieran soñado con salir de la miseria y se ensanchara una clase media de gran influencia.
       En ese esquema se fue colando otro principio vigente ad eternum como es el de que “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”, haciendo que, poco a poco, ese sueño de progreso se volviera más asequible para los que mejor se relacionaban, dando un golpe mortal a eso de la libre competencia y disminuyendo las oportunidades para los que ponían sobre la mesa sus valores esenciales por encima de sus habilidades sociales e influencias.
       Podría parecer que esta ley de la selva que primaba al más hábil ofrecía la sospechosa ventaja de permitir la selección natural de individuos más dotados para el trueque, la seducción o la venta, y eso, a su vez, hasta podría suponer una garantía de liderazgo ingenioso, amenidad e incluso supervivencia para el sistema, pero no quedó ahí la cosa.
      Los consejos de quienes “por su bien” incentivaban la osadía frente al buen hacer y el discernimiento, dieron pie al sobreestímulo de los chavales en las escuelas, universidades y familias. Ellos se esforzaban por alcanzar titulaciones y acreditaciones sin alma, ignorando que facilitaban la clonación de individuos con los escrúpulos ausentes o desnutridos. Con un extraño consenso, se arengaban las ambiciones de los muchachos para que pudieran convertirse en “triunfadores”, ante la amenaza de quedar marginados en un mundo de “perdedores”, y propiciando así la competitividad feroz y el “todo vale”.
         En este escenario de guerra y de vanidades, se creó el caldo de cultivo para la emergencia de otro agente: el insaciable afán de lucro, que nos hace recordar otro refrán: “el que más tiene más quiere”.
    Como virus letal, fue infectando la tierra abonada de los avariciosos conseguidores, quienes, acostumbrados a ocupar puestos de responsabilidad, se revestían de dignidad y esgrimían la legalidad como blasón en su disfraz de honestas prácticas -más cercanas al robo a mano armada que a gestión ética alguna-. Los trapicheos se realizaban desde sus despachos y se contabilizaban con neologismos como “negro” o “B”, disimulada la fachada  con eufemismos como los de comisiones sobre plusvalías, dividendos, participaciones en beneficios, inversiones sociales o transacciones financieras.
     Las grandes retribuciones pasaron a provenir, curiosamente, de porcentajes poco relevantes que, dada su pequeña cuantía, los prebostes, intermediarios y comisionados se llevaban sin llamar la atención, hasta que se evidenció lo que representaba un porcentaje de nada aplicado sobre tan enormes cifras. Y lo que es peor, esas enormes cifras eran simplemente virtuales, dado que ningún bien tangible se derivaba de su manejo, y sólo eran apuntes de cotización que se movían por las pantallas de acá para allá, produciendo unos beneficios nada virtuales. 
      Ese dinero fácil, que ya no premia esfuerzo ni mérito alguno diferente de la astucia y la estulticia, llevó a una especie de “tonto el último” en el que la carrera por las rentas del capital terminó por dejar muy lejos los escrúpulos morales, y desdibujó definitivamente el análisis del origen ético o criminal de los fondos que se usaban para producirlos.
      Esos fondos han pasado a ser la vaca sagrada que todo el mundo quiere ordeñar. Así, las desigualdades se incrementan año tras año porque ya existen de origen enormes brechas: Entre los ciudadanos favorecidos, la actitud depredadora se premia y la vaca se engorda, se presta con intereses, cotiza en el mercado de valores, se ordeña y hasta se come. Los otros, los que aún no llegaron a tener vaca, ni despacho, ni diplomas, ni amigos que les recomienden, no pueden aspirar a beneficios tangibles sobre valor virtual ninguno porque lo único que aprovechan de la vaca son sus bostas.
     Nada pueden hacer, por tanto, para cambiar esta situación, salvo rebelarse, pero, mejor que no, porque, entonces, los que protestaran se harían molestos e, igual, por pesados, llegaban a conseguir algún privilegio, o hasta irían a la universidad, obteniendo sus certificados de calidad e incorporándose al mercado, con su vaquita y todo, con lo que ya dejaríamos todos de ser pobres.
          Pero, entonces,…. ¿qué íbamos a hacer con tanta bosta?


           

domingo, 18 de diciembre de 2011

DESPARRAMAR - Por Vicky Moreno

         Tengo que confesarlo. Me entristece la Navidad, y eso no debía yo consentírmelo, dado mi proverbial talante positivo. Puede que haya caído en la trampa de la ortorexia moral, que puede estar agazapada al otro extremo de esta otra trampa del consumismo desalmado. Quién sabe. O puede, simplemente, que esté hasta los mismísimos de tanta falsedad y tanto ritual incuestionable e incuestionado.
La gente que sigue la corriente (nunca sé cómo llamarlos sin ofender porque la mayoría son majísimos) coge estos días su paguita o su Visa Oro y se sumerge contenta en el febril viacrucis, viafastos o viacompras que, supuestamente, se organiza con la excusa de conmemorar la llegada del Niño Dios hace muchicientos años (…anda que si yo fuera su supermadre iba a dejar que se agasajara a mi bebé con tanta zarandaja y borrachera).  Porque -y miren con rigor los hechos-, ¿qué hay de bueno en esta forma de celebrar, para que podamos levantar la mirada, con orgullo de aprendices atentos, frente a ese emblemático niño sediento del amor de los hombres?
La raíz ancestral del encuentro evocaba la luz, el calor, el amor, y tiene un origen que se pierde en la noche de los tiempos. El instinto tribal de reunirse alrededor de la hoguera para, juntos, evitar el frío, compartir el alimento y espantar peligros y fantasmas, es consustancial al homo casi-sapiens,  pero ¿qué hay hoy en día de todo eso en los escaparates, en los locales de moda, en los espacios televisivos, en las mesas de gala?
Quizá es que para las masas esto de celebrar es así. Como no pueden desparramar día a día de entusiasmo sutil y propio por lo que respiran, por lo que ven, por lo que abrazan, tienen que hacerlo varias veces al año (o algunos al mes) vía vanidad y consumo colectivo en vena, dejándose el bolsillo, la salud y la alegría en eventos sociales, comilonas y saraos que reúnen a personas que a menudo nada sincero, sano ni constructivo comparten. Nadie se ofenda, que se señala.
Desparramar es imprescindible, eso si. Creo que, de hecho, nacimos para desparramar. Miren, si no, cómo hasta nuestra fisiología lo demuestra y nos lo pide desde los adentros (para muestra, las satisfactorias explosiones físicas, mentales o emocionales que acompañan al placer de hacer aquello que nos da salud y vida).
Pero no es lo mismo rebosar que evadirse. Aunque con ambas cosas parezcamos salir de nuestro centro hacia un afuera prometedor, con la segunda hay huida del lugar donde estamos, del espacio psicológico que habitamos pero que no nos contiene. Salimos, sordos y ciegos, en busca del corazón que, aunque desnutrido y famélico, ya llevamos dentro; vamos de fiesta en cocktail, buscando el líquido que nos llene y dé sentido, como botellas vacías con el tapón puesto.
En cambio, en el desparramar del que rebosa hay donación de si, por sublimación y apertura. En este caso, la botella, que vive abierta, con sólo existir está recibiendo de forma natural y constante la energía del Universo, que la utiliza de aljibe y acequia para donar su néctar allí donde esté.  Aquí no hay día que festejar, porque la llegada del Hijo de Dios se celebra con cada respiración y a cada abrazo.
Simplificar y priorizar es imprescindible para experimentar y saborear lo esencial: el milagro de formar parte del Universo.
No es tiempo de comprar objetos; los tenemos todos. No es tiempo de engordar egos y frivolizar conversaciones; nuestros tímpanos están hartos. No es tiempo de comer y beber sin necesidad; nuestro organismo está intoxicado…
Es tiempo de comprar conciencia y regalarla. Es tiempo de apagar las luces y encender hogueras. Es tiempo de respirar y no de aspirar. Es tiempo de suspender rutinas y avanzar ideas. Es tiempo de construir y adorar cuanto Es. Es tiempo de amar y desparramar.


                                    Vicky Moreno / Diciembre 2011

martes, 13 de diciembre de 2011

QUE VENGA SATURNO Y NOS DEVORE A TODOS - Por Vicky Moreno



         Un puñado de hombres concienciados no ha logrado vencer ni convencer en Durban a los señores oscuros de la tierra, como no pudieron hacerlo en Kioto. Los intereses creados por esas máquinas de producir beneficios, insensibles y ciegas, justifican toda iniquidad y, como Saturnos modernos (*), devoran a sus propios hijos, arrancándoles la cabeza por pura codicia y miedo a la pérdida de poder, aunque argumenten ante la madre, Gea, que el parricidio se efectúa “por su propio bien”. Los inocentes vástagos, mientras tanto, se desangran ignorantes de su enorme desgracia porque ni siquiera identifican esa boca chorreante que les come la vida con la de aquéllos que les hicieron discursos y  juraron protección; como tampoco identifican esos ojos cegados por la ambición con los del enajenado e inhumano sistema imperante.  

         Mientras tanto, Gea, esa madre fértil y poderosa, pero tonta de tan buena, se nos muere de pena y de abandono. Si ella lo hubiera sabido, seguramente no habría dejado que Urano la cubriera y, con toda probabilidad, no habría tenido hijos que después quedaran desamparados y amenazados por ese padre olímpico pero asesino. Ella lo intenta todo con astucia y perseverancia, pero la historia se repite una y otra vez y su desgraciada manía de emparejarse con el propio poder que la destruye es ya famosa.

         Así es el capital, en principio brillante recompensa del esfuerzo, pero luego, beodo, ciego, desalmado, insaciable y macabro devorador de haciendas y de voluntades. Su perversión es tal que, antes de comérselas las seduce y las vampiriza para asegurar su descendencia de zombis vivientes.
        
         Nada podemos hacer por nuestra madre si no salimos de la ignorancia primera que nos hace creer que su acogedora disposición es para siempre, si no comprendemos sus propias necesidades y temores, si no valoramos y agradecemos lo que, aun entregado por naturaleza, ella se arranca de las entrañas para darnos cada día.

         La humanidad está perdiendo la sublime oportunidad de graduarse como dioses, descendientes de una diosa azul y de un dios caprichoso y calculador, al que entregó todo su poder, ante la garantía de pingües beneficios y en el convencimiento de que la inversión de su ternura sería rentable.

         Bueno, la verdad es que hay que reconocer que no somos un engendro olímpico, pero también que sabemos hacer gilipolleces de ese mismo tamaño, como así lo demuestran nuestros dirigentes en cada ocasión que se aprestan a perpetuar esa caricatura de monopoly en el que se juegan el futuro de los pueblos y del propio planeta.

         No es fácil que los hombres aprendamos a dar la importancia que tiene cada tema que tocamos. No sabemos profundizar ni apostar a largo plazo y, por tanto, tampoco priorizar. Si sumamos a eso nuestra indolencia, fácilmente se ve que, de cara a la supervivencia de la especie, el bienestar de sus congéneres, el cuidado de la salud y la defensa de lo esencial, muchos primates hacen mejor papel.

         Si lo único que parece separarnos de los animales superiores es nuestra capacidad para experimentar sentimientos, analizarlos y programar acontecimientos, ya mismo puedo afirmar que no es fácil encontrar seres humanos que alcancen esa categoría.

         El planeta se retuerce, si, pero más que de anemia, de insolación o de sepsis, lo hace de pena. La pena que le provoca que no nos asomemos siquiera a percibir su condición de ser vivo y, por lo tanto, dotado de sentimientos.

         Estos individuos que aparecieron entre el cielo y la tierra, llamados a heredar la llama del Olimpo, no han llegado a aspirantes. Heredaron de ese padre voraz el miedo y la codicia, y no han podido vencer la fuerza esquizoide que esas dos corrientes ocasionan, alejándoles de su centro, de su corazón y de los brazos de esa madre que todavía sigue defendiéndoles de sí mismos.

         Hoy no le veo salida a esta tragedia. En la carrera del hombre hacia su propio proyecto de desarrollo los primeros no tenían más meta que sobrevivir. A los segundos, ya se les pedía mirar más allá de sus tripas y encontrar al otro. Los siguientes fueron obligados al trabajo en equipo y el descubrimiento y arbitrio de la vida en sociedad. La actual humanidad ya tiene la misión de saberse una y aprender a relacionarse con el propio ser que pisan, esa inmensa madre que les acoge y ama…

Suspendidos…. Que venga Saturno y nos devore a todos.  


                                    Vicky Moreno / Diciembre 2011

(*) Saturno es la versión romana del dios Cronos en la mitología griega. Cronos es uno de los doce titanes que nacen de la unión de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). En un principio el papel de Urano será cubrir y así proteger a Gea, la tierra, pero al unirse a ella se convertirán en la pareja de dioses que gobernarán el mundo. Ungido de ese poder, Urano no verá con buenos ojos a sus hijos, temiendo que al crecer le arrebataran su trono. Así que Gea se verá obligada a sepultar a cada uno de los hijos que nacen en sus entrañas, aunque llevada por su instinto maternal hará uso de su astucia y engañará a su marido con el menor de sus hijos, precisamente Cronos. Armará a Cronos con una hoz, y con ella el vástago conseguirá cortarle los genitales a su padre. Del esperma de Urano, que cayó al mar, nacería Afrodita, y de las gotas de sangre caídas en la tierra, nacerían los Gigantes, además de las Erinias y las ninfas Melíades.

Así mutilado, Urano perderá el trono, que como él temía, será heredado por su hijo Cronos, que de paso liberará de las entrañas de Gea, de la tierra, al resto de sus hermanos, casándose con uno de ellos, su hermana Rea. Pero la historia se repite, y ahora es Cronos quien sufre los mismos recelos que su padre, y temeroso como él de que uno de sus hijos pudiera arrebatarle el trono, los devora uno a uno según Rea los va pariendo: a Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Y otra vez, es el instinto maternal, en este caso el de Rea, el que vuelve a engañar al padre, Cronos esta vez, pues para salvar al último de los hijos, Zeus, le entrega a Cronos una piedra envuelta en los pañales, que el padre ignorante se la traga sin sospechar el engaño. De esta forma Zeus creció a salvo en el monte Dicte, en Creta, protegido por las ninfas. Con el paso del tiempo, Zeus se enfrentaría a su padre, logrando destronarlo y consiguiendo también en este caso, que Cronos regurgitara a todos los hijos que se había tragado, logrando así la formación de los dioses del Olimpo, desde donde reinará Zeus en unión a sus hermanos.

http://www.artecreha.com/Iconograf%C3%ADa/saturno-devorando-a-sus-hijos.html

domingo, 11 de diciembre de 2011

EL ORDEN CRIMINAL DEL MUNDO

    Me encontraba yo en uno de esas tardes en que emociones y pensamientos se convierten en compañeros de tango y se enredan en complicados devaneos, sin que la estética del fenómeno sirva para que las primeras sofoquen sus pasiones, ni los segundos hilen con determinación ninguna conclusión útil, cuando se me ha venido una entrada de Iniciativa Debate Público, con el enlace a un magnífico vídeo del programa de En Portada, de la 2, que da título a esta entrada.
    Su contenido ha secuestrado todas mis emociones al tiempo que encauzaba mis pensamientos, de inmediato seducidos y obligados a escribir algo al respecto, pero, según iba viendo la estupenda sucesión de testimonios de personajes de la talla de Jean Ziegler y Eduardo Galeano, he comprendido que lo único que podía hacer por acrecentar la posibilidad de difusión de su mensaje era transcribirlo.
    Copio a continuación los siete folios que han resultado, con el ruego a transeúntes de que, aunque ya lo hubieran visto en su día, primero lo lean sin prisa, y después se pongan cómodos para profundizar en el vídeo. Comprobarán que es otra la información que entra por las distintas partes del cerebro que así se activan.
    Mi granito de arena:

EL ORDEN CRIMINAL DEL MUNDO – TVE2  (http://iniciativadebate.wordpress.com/2011/12/10/el-orden-criminal-del-mundo/)

JEAN ZIEGLER y EDUARDO GALEANO

 _____________________________________________________________________________

Todos los años millones de personas mueren de hambre en este planeta en el que reina la avidez, el deseo de poder y el cinismo más violento.

El derecho a la independencia, el derecho a la soberanía es un lujo de los países ricos. Cuando los pobres ejercen el patriotismo, este patriotismo se convierte en populismo o en terrorismo, y es una amenaza para el mundo.

Los verdaderos amos del mundo son invisibles. Son hombres en la sombra que detentan el gobierno del mundo. Detrás de los estados hay un gobierno oligárquico de muy poca gente, pero que cuenta con una potencia como jamás un papa ni poder alguno han tenido en la historia de los hombres.

¿Quién es este asesino que mata todo lo que toca? Habría que meterlo preso, pero no se puede porque él tiene las llaves de todas las cárceles y porque es un sistema universal de poder que ha convertido al mundo en un manicomio y en un matadero.

La confrontación entre el Este y el Oeste ha sido reemplazada por una profunda división económica entre el norte y el sur. Ya la gran separación es entre naciones deprimidas y pueblos enriquecidos. Un nuevo orden mundial, tan rígido como el anterior, se ha establecido bajo el control de poderosos grupos multinacionales de capital, un sistema de poder con el credo del neoliberalismo como ideología que se ha encontrado enfrente con el terrorismo

Jean Ziegler, profesor de Sociología en La Sorbona y en Ginebra. Sus ensayos políticos y análisis radicales, así como sus informes como relator de Naciones Unidas constituyen inapelables actas de acusación sobre la injusta distribución de la riqueza.

Eduardo Galeano, intelectual respetado de la izquierda latinoamericana. Un valiente ejercicio periodístico contra la barbarie militar del cono sur le forzó al exilio político. Insobornable compromiso ético que se manifiesta en toda su obra por medio de una exquisita ironía poética.

Las voces críticas de Galeano y Ziegler se cruzan para desnudar y retratar el implacable sistema de poder que parece consolidarse a principios del Siglo XXI, y a sus juicios se suman las de otras personalidades: el dirigente campesino colombiano Hector Mondragón; los misioneros españoles José Collado y Angel Olarán, el Jurista norteamericano, William Goodman ; la exministra de Cultura de Malí, Aminata Taoré, el Juez español, Baltasar Garzón  o el escritor argentino, Esnesto Sábato, en el intento común de examinar el nuevo orden del mundo.

El estado tal como le conocemos, el que surgió de la Revolución Francesa el Siglo XVIII, es un estado territorial, sin embargo, los amos del mundo, los amos del capital financiero mundializado son totalmente independientes del territorio. En el proceso de creación del mercado globalizado, de la unificación del mundo bajo la ley del máximo beneficio, uno de los amos se ha independizado: es el capital financiero, que domina al capital social, al capital industrial y al capital humano en todas sus formas. El capital financiero recorre el planeta las 24 horas y en todos los países del mundo con una sola finalidad: el máximo beneficio.
 Los mismoz ejecutivos que son o han sido los presidentes o gerentes de las multinacionales son los miembros del staf del gobierno de los Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos del mundo dependen de ellos.

La gloalización es una inmensa mentira. Los amos del gran capital que dirigen los mecanismos de la globalización dicen: vamos a crear una economía unificada por todo el mundo y así todos podrán disfrutar de la riqueza, de los progresos científicos, de los progresos del comercio, de los progresos de la libertad... Pero existe una economía de archipiélagos: algunos islotes extremadamente ricos, extremadamente poderosos, y continentes enteros que desaparecen en la oscuridad. No hay duda de que entre las organizaciones interestatales visibles que están en la vitrina de la mundialización, tres organizaciones son las más poderosas, que dominan, que regulan los acontecimientos económicos: El BANCO MUNDIAL, EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL Y LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO. SON BOMBEROS PIRÓMANOS. Son fundamentalmente organizaciones mercenarias de la oligarquía del capital financiero invisible mundial.

La política del FMI, o la del Banco Mundial yo no la veo nada clara, porque no se ven los beneficios. Yo en treintaintantos años en el país no veo los efectos saludables para toda esta gente. Es la mundialización de la pobreza, no de la riqueza. No creo que se pueda establecer una estrategia de lucha contra la pobreza cuando los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. No veo cómo luchar contra la pobreza sin luchar contra la riqueza y sin luchar contra los ricos mismos….

El Fondo Monetario lo manejan cinco países y sobre todo uno que es el que tiene derecho de veto. El Banco Mundial, es un poquito más democrático, lo manejan ocho. La Organización Mundial del Comercio, que es la que nos condena a cobrar cada vez menos y pagar cada vez más, en sus estatutos establece el derecho de voto, pero nunca jamás de votó.

El capitalismo de hoy en día, tal y como se ha desarrollado a lo largo del planeta, como el mercado mundial unificado como instancia única, con esa mano invisible que decide quien vive o quien muere en este planeta, es en realidad un “Killer Capitalismus” un término alemán, un término que los economistas marxistas alemanes inventarons: el capitalismo de la jungla que mata, que asesina…

Todos los días, según la FAO, 100.000 personas mueren de hambre o a causa de sus consecuencias inmediatas. El año pasado, cada 5 segundos, un niño de menos de diez años moría de hambre. El año pasado también, 856 millones de personas, una de cada seis, ha permanecido malnutrida de forma grave y permanente. Las cifras indican que la pirámide de mártires aumenta. Y todo esto sucede en un planeta que, según la FAO, podría alimentar en condiciones normales, con 2.700 calorías por día, a 12.000 millones de seres, casi el doble de la población actual, o sea que no se puede hablar de FATALIDAD alguna.

Esta gente no está sufriendo de la hambruna actual, están sufriendo de hambruna crónica. Esto clama al cielo –y más que al cielo, a Occidente, al primer mundo-. Es incomprensible, es impensable, los apelativos que quieran que el primer mundo esté exigiendo al mundo africano que pague las deudas que han sido ya pagadas y que esto esté quitando el pan a estos niños. Esto es criminal, es como un genocidio organizado a nivel internacional.

Hasta hace 30 ó 40 años a nadie se le ocurría desconfiar de la justicia como un valor universal y, por lo tanto, todos, mal que bien, hasta la derecha más recalcitrante, compartían básicamente, ya no te digo la indignación o la denuncia, pero por lo menos la aceptación de que la justicia existía. Ahora que estamos gobernados por esta dictadura invisible de los grandes señores de las finanzas y de la guerra, los guerreros y los banqueros que guardan el mundo y que ahora usurpan esa palabra hermosa, que es la comunidad internacional, lindísima expresión, que ahora nombra a los banqueros y los guerreros.….Bueno, pues en otros tiempos se admitía que un mundo que genera pobreza es un mundo injusto. Hoy por hoy es cada vez más raro escucharlo porque resulta que la injusticia ha dejado de existir y la pobreza es el justo castigo que la ineficiencia merece….

Yo no sé si en otras civilizaciones, en otras etapas de la historia humana la gente ha estado tan presa del miedo como vivimos nosotros ahora. Tenemos miedo de todo, todo el tiempo. No se puede hacer nada, es un gas paralizante. Lo que se siente más en la vida cotidiana es el miedo a perder o no encontrar el trabajo, un típico pánico de nuestro tiempo, el miedo a no encontrar mañana tu puesto, que hace que una cantidad de derechos, sindicales,  que se habían obtenido en más de dos siglos de lucha estén ahora corriendo grave peligro de muerte. Y muchos otros pánicos… el pánico de vivir, el pánico de ser, el pánico de cambiar, el pánico a los demonios que nos muestran para asustarnos.

Los derechos democráticos van a morir. Lo que estamos viviendo en Europa hoy en día es una tercermundialización sucesiva. Los contratos de trabajo desaparecen, los estatutos desaparecen. El hombre se convierte en una mercancía como cualquier otra. Allí donde se encuentre el mercado más favorable el capital irá a buscarlo. Se da una deslocalización permanente. Y esto hace que el trabajador europeo tenga miedo, se angustie por la posibilida de perder su trabajo. En la Unión Europea que es la potencia económica más fuerte que el mundo haya conocido, con cuatrocientos millones de trabajadores y consumidores de muy alto nivel en sus 25 países, hoy en día hay diecinueve millones de parados permanentes, con una probabilidad muy alta de estar excluidos. Así, para no caer en la marginalidad, prácticamente  todos los trabajadores, desde el director general hasta el conserje, interiorizan el miedo, se someten voluntariamente ya que no tienen garantías sociales.

El trabajo hoy por hoy vale menos que la basura. Se permite a los empresarios decir impunemente quién trabaja, quién no trabaja y cuánto se trabaja, Se trabaja cada vez más a cambio de menos. Algunos derechos, conquistados en muchas batallas difíciles a lo largo del tiempo, como el derecho a la sindicalización, se violan hoy día con escandalosa impunidad. Ese es un derecho aniquilado por la máquina de la muerte, que es una máquina de exterminar derechos que ha convertido al trabajador en un mendigo de empleo, en un mendigo de salario

El año pasado, las 500 sociedades multinacionales más grandes del mundo controlaron el 52 % del producto mundial bruto, es decir, de todas las riquezas en mercancías, capital, patentes, servicios producidos en el planeta. Un monopolio. Un poder como nunca antes había existido en el mundo.  Y los hombres que forman parte de esa oligarquía transcontinental actúan exclusivamente según los  principios de maximización del beneficio. Lo que hay que romper es esta violencia estructural. Los jefes de las multinacionales son en realidad señores de la guerra que están en batalla permanente para lograr aún más beneficios y aún más cuota de mercado. Y los que pagan los gastos son los pueblos.

La OMC, la Organización Mundial del Comercio, compuesta hoy en día por 147 estados debe asegurar y asegura en nombre del capital financiero internacional la liberalización total de la circulación de mercancías, patentes y capitales, pero nunca las personas. Las personas no aparecen en el proyecto de la OMC, son arrojadas contra el alambre de espinos y mueren en el Estrecho de Gibraltar. Los hombres no aparecen, son apartados de la liberalización mundial.

Los jóvenes que toman al asalto Ceuta y Melilla tienen menos problemas que los europeos porque tienen esperanza. Europa está desencantada. En tanto que mujer, negra, africana, me digo que está pasando algo en esos dos enclaves, algo que sobrepasa a África y a Europa. Yo creo que esos asaltos son una forma de respuesta de los sin derechos, de los sin voz, que han venido a decir aquí, ante vuestras puertas: este es el resultado de lo que habéis denominado “cooperación para el desarrollo”.  Cuando vemos las consecuencias de las privatizaciones, de las fusiones y de las deslocalizaciones; cuando te dicen que tal empresa va a suprimir mil empleos, tú te dices: países civilizados, ricos, que disponen de dinero, que prefieren concentrar el dinero en las manos de un puñado de multinacionales, de un puñado de poseedores; si eso es capaz de hacer con sus propios ciudadanos, ¿qué es lo que Europa guarda para África? Por eso digo que no hay un problema con las migraciones. Hay un problema con el sistema económico mundial.

Libre circulación de las personas… Qué broma de mal gusto en un mundo donde hay millones de emigrantes, expulsados por la sequía, por esas catástrofes naturales, que de naturales no tienen nada,  por las dictaduras, o por las guerras, que deambulan buscando casa y les cierran la puerta en las narices. Esta gente que del Sur marcha hacia el Norte..Esta invasión de los invadidos que es probablemente el drama más importante del mundo de hoy. Este éxodo trágico de gentes que aspiran a ser tratadas como se trata al dinero… Para el dinero no hay fronteras, no hay ningún problema. Y para los emigrantes, para los desamparados, para los brazos que buscan trabajo y destino, hay muros, tremendos muros, para que los privilegiados puedan seguir siendo la mayoría que manda y los demás se resignen a ser la mayoría que obedece.

Me encuentro, sin querer queriendo, embarcado en discusiones absurdas donde defiendo ardientemente a los jóvenes, a estos desprestigiados jóvenes de nuestros días, que se supone que son muchachos vacíos desde el punto de vista de las generaciones anteriores… Yo voy y les defiendo porque creo que tienen toda la razón en no creer. Hay un sistema de poder que los invita a no creer, que les ofrece la fe y les traiciona. Y ellos asisten a la política como si fuera un circo, donde los más exitosos son los capaces de hacer las piruetas más prodigiosas para hacer desde el gobierno lo contrario de lo que han prometido desde el llano.

Lo que se pone en cuestión radicalmente son los valores de las Luces, que durante 250 años nos han dado la república, los estados democráticos, los valores fundamentales, un tipo de civilización con el que hemos vivido. Cuando decimos que la economía ya no es una actividad humana, que el neoliberalismo ya no es más una actividad humana, sino simplemente la traducción de una realidad, de un número determinado de leyes naturales, lo que hacemos es expulsar al hombre de su papel como sujeto de la historia, y con ello negamos frontalmente todos los valores de la Luces: La solidaridad, los derechos del hombres, la autodeterminación, el gobierno por delegación revocable, etc. Hoy nos encontramos ante estas dos opciones:  O bien escogemos la defensa de estos valores de las Luces a través del restablecimiento de la fuerza del estado nacional y de una normativa internacional, o bien nos sometemos a los amos del mundo y a sus leyes perfectamente naturales de los beneficios. Si la segunda opción es la que se impone finalmente, entonces la jungla es la que se instalará en Europa. Nos sumiremos en la oscuridad y la civilización, tal y como la conocemos por lo menos en Europa, la civilización democrática que procede de las Luces desaparecerá.

Ahora las torturas se llama apremios ilegales, la traición se llama realismo, el oportunismo se llama pragmatismo, el imperialismo se llama globalización, y a las víctimas de imperialismo se les llama países en vías de desarrollo, confundiendo a los niños con los enanos, y al sistema que en mi infancia y en mi juventud llamábamos capitalismo, se le llama hoy economía de mercado. El diccionario también ha sido asesinado por la organización criminal del mundo, ya las palabras no dicen lo que dicen o no saben lo que dicen.

Si hoy digo que hace falta una rebelión, una revolución, un derrocamiento, un cambio total de este orden mortífero y absurdo del mundo, simplemente estoy siendo fiel a la tradición más sagrada de nuestra civilización occidental, europea, americana.. Me parece que hoy en día nuestro deber primordial es reconquistar la mentalidad simbólica, y decir que el orden del mundo, tal y como está, es criminal, porque es contrario totalmente a todas las exigencias del hombre y a los textos fundacionales de nuestras civilizaciones occidentales.

Ben Laden es el demonio profesional más exitoso y el que mejor cumple sus funciones, pero no es el único. Siempre hay algún Satán a mano para decirnos: la humanidad corre peligro, este es el último día del mundo. Y muchísima gente se hace eco de esas voces del miedo que imponen una dictadura invisible y paralizante que es enemiga de la dignidad humana porque los que estamos, todos estamos enjaulados por el miedo y ya no somos libres, y los que no somos libres no podemos ser dignos.

El 11 de Septiembre de 2001 fue algo aterrador. El terror y el miedo son herramientas importantes para aquellos que quieren reducir las libertades civiles y fue utilizada oportunamente por el gobierno de Bush, por su fiscal general y por su secretario de defensa, como forma de atemorizar a las gentes y decirles: ahora es el momento de retroceder en esos derechos que habíais asumido durante tanto tiempo. El presidente tiene asesores que le escriben memorándums y le dicen: la tortura está bien, porque estamos en una guerra diferente. A todas esas personas desaparecidas, a la gente que está en agujeros negros, nosotros les llamamos “presos fantasmas”. Probablemente algunos serán torturados, algunos serán asesinados. Y eso la gente lo da por válido porque son terroristas, son árabes, son musulmanes, son otros, no son nosotros, como algunos norteamericanos podrían decir.

Hay una convención internacional contra la tortura, existen mecanismos de control de la tortura, hay un artículo en la Declaración de los Derechos del Hombre, que los 191 miembros de las Naciones Unidas han firmado, que prohíbe radicalmente la tortura, y, sin embargo, la mayor potencia económica y militar del planeta practica abiertamente la tortura, incluso hasta causar la muerte en los territorios de Afganistán, en Guantánamo, en Irak, en Abu Graib. Hay aviones que cruzan los cielos de la Unión Europea, para trasladar de un sótano de torturas a otro, a presos sin inculpar, de los que no se conoce ni el nombre, que han sido detenidos por comandos enviados por USA, que actúan fuera de toda legalidad internacional. Hay por lo tanto una destrucción, no sólo un retroceso, de partes enteras, de capítulos enteros de los derechos humanos.

No tenemos ningún indicio de que haya habido ejecuciones extrajudiciales, pero es que no hay información, no es posible saber en este momento. No se puede saber que hay personas desaparecidas. Hay personas que han sido detenidas por más de tres años y no tenemos conocimiento de su estado de salud, el lugar de detención….

Cómo es posible que se haya llegado a eso. Pues porque eso es imprescindible para que todas las personitas que integramos esto que llamamos humanidad sepamos que a cualquier nos puede ocurrir. Terminar rapado con un uniforme a rayas, humillado cotidianamente, meado por los perros… A cualquier le puede pasar. Lo mismo que la tortura. Si la tortura se aplicara solamente a los culpables no sería eficaz. Si estuvieran en Guantánamo nada más que los terroristas, Guantánamo no serviría para nada. Estos símbolos del poder funcionan porque emiten miedo y emiten miedo porque le puede tocar a cualquier, es un asunto del azar.

Lo que sucede es que son auténticos crímenes de guerra. Si no pueden llegar a ostentar la categoría de crimen de lesa humanidad. Y ahí está clarísima la normativa internacional y, por lo tanto, algún día eso tendrá que investigarse y sancionarse. No sé si lo harán los tribunales militares o civiles norteamericanos, o alguna instancia internacional, pero tendrá que hacerse.
Hacía mucho tiempo que la tortura se practicaba, pero no se decía. Pero ahora se proclama a los cuatro vientos que la tortura es una maravilla, y además se dice bajo el supuesto falso de que el torturado dice la verdad. Todo torturado se convierte en el acto en un novelista. No se tortura para obtener información. Se tortura para sembrar el miedo. Y en eso sí que hay que reconocer que la tortura es eficaz. Y por eso es que ahora la tortura es objeto de publicidad incesante, porque la máquina del miedo utiliza la tortura para prevenir el delito de la dignidad.

Lo primero que cada uno de nosotros debe de hacer es mirar la situación de frente, y no considerar como normal y natural la destrucción, por ejemplo, de 36 millones de personas el año pasado por culpa del hambre y de la desnutrición… No hay que aceptar lo que los amos del mundo dicen:  “son las leyes naturales de la economía”, “no podemos hacer nada al respecto”, “es normal morir de hambre en Etiopía porque hay sequía”, “porque la gente no sabe trabajar”… Si hubiera una sola muerte por hambre en París habría una revuelta. Tenemos que rechazar ver como algo normal la destrucción de nuestros semejantes por este sistema criminal y mortífero del mundo. De ningún modo podemos permitir que nos intimiden los grandes organismos de comunicación, ni las fábricas de las teorías neoliberales de las grandes corporaciones, porque todas las corporaciones se ocupan primero de controlar las conciencias, de controlar como pueden a la prensa y el debate público, y tratan de ocupar el debate público para vaciar los cerebros.

No es un fenómeno nuevo, pero ahora se da con particular intensidad esta perversa herencia colonial que nos convence de que la realidad es intocable. El miedo al cambio. No se puede, la intención es buena, pero no se puede. Hay que ser realista. Hoy por hoy, cuando los ministros de economía gobiernan nuestros países, pero estos ministros de economía están a su vez gobernados por el gobierno que los gobierna, que es el de los grandes organismos financieros presuntamente internacionales – imperiales, para decirlo con palabras más claras-.. Hoy por hoy rige esta suerte de ideología de la impotencia nacida del miedo. No se puede. Y yo pienso que ese miedo al cambio es un miedo muy, pero muy, dañino y que es uno de los miedos más poderosos, más importante en esta maquinaria mundial del crimen, porque es un miedo que mata la esperanza, o sea que opera contra la voluntad democrática del cambio.

Queda una esperanza que considero muy real y fuerte. Y es la nueva sociedad civil planetaria. Carlos Marx dijo que el revolucionario tiene que ser capaz de oír a la hierba crecer. En la decadencia del estado nacional, de los partidos políticos, de los sindicatos, ante el crecimiento de la impotencia de estas organizaciones, que por otro lado son totalmente respetables, existe el imperativo moral que se encuentra dentro de cada uno de nosotros y que hace que, en la situación en la que estamos, frente a ese capitalismo asesino, en un mundo asesino, en el norte, en el sur, las personas se unan.

A sus 95 años, Ernesto Sábato ya no hace declaraciones, pero quiso releer el texto que un día no lejano escribió, llamando desde la última curva de su camino hacia la resistencia frente a la injusticia: “Creo que hay que resistir, éste ha sido mi lema, pero hoy, cuántas veces me he preguntado cómo encarnar esta palabra, cómo vivir la resistencia. En un tiempo, su realismo fue para mi una manera de la resistencia, como lo había sido el anarquismo en mi militancia en la izquierda, pero hoy la situación ha cambiado tanto que debemos evaluar detenidamente qué entendemos por resistir. No puedo darles una respuesta. Si la tuviera saldría como esos creyentes delirantes, quizá los únicos que en verdad creen, a proclamarlo en las esquinas, con la urgencia que nos han de dar los pocos metros que nos separan de las catástrofes. Pero no, incluyo este arco menos formidable, algo más silencioso, algo que corresponde a la noche que vivimos, apenas una vela, algo con lo que esperar”