http://www.youtube.com/watch? v=PIG0CLi2DQM (en español)
Me ha llegado este vídeo de Alice Somer Herz y he tenido que enchufarme como una posesa a buscar otros para saber más de su sorprendente historia.
Confieso que he sufrido un arrebato emocional de los que una quisiera coleccionar para siempre. Esta singular superviviente de los campos de concentración nazis ha sobrepasado la centena de años sin perder ni un ápice de su entusiasmo, su lucidez y esa capacidad de gozo que a veces atribuimos a los cándidos pero que sólo está en el corazón de los que se atreven a poner mayúsculas a sus sueños y antorchas de luz en cada pestaña. Su mente clara ha transformado dolor en oportunidad y ha hecho de su optimismo contagioso el lema de una existencia modelo de superación, dejándose invadir por la música de todo lo que ama... y lo ama todo.
Hay quien dijo que la Vida es aquello que pasa mientras hacemos otra cosa. Sólo unas cuantas personas extraordinarias saben meterse en el agua del presente y fluir agradecidos en esa corriente de eternidad, sabiendo que el paisaje realmente quieto en el que los demás habitamos es el verdadero espejismo.
Nosotros, aunque aparentamos una estresante movilidad, sí que somos los que estamos tan peligrosamente quietos como el paisaje. Por más que nos inviten a bañar, no escuchamos ni creemos que en ese flotar, que no pensamos que sea más que un "dolce far niente", esté la solución auténtica a lo que nos oprime y a lo que amenaza a nuestra civilización, al no darnos cuenta de que, cuanto más nos aferramos a la solidez de nuestras ideas, nuestras posesiones, nuestro prestigio, nuestros principios, más lejos estamos de aprender a nadar, intercambiar fluidos, disolvernos, aligerarnos, evaporarnos, gozar...
Vivir es amar, Vivir es agradecer, Vivir es perder densidad... Y esa densidad es la que está comprimiendo y haciendo agonizar al planeta, convirtiendo en piedra sus praderas, al tiempo que lo hacen las arterias y el alma de las personas.
Nada podemos cambiar mientras no nos demos cuenta de que ese fluido sutil que todo vivifica precisa de un terreno esponjado para poder penetrar, evaporarse y perpetuar el ciclo de la vida. Si deja de circular por los canales visibles y sutiles del ser, la tierra muere, igual que nuestro organismo enferma y envejece cuando nos desertizamos, cuando bloqueamos nuestros ríos energéticos, cuando densificamos nuestros fluidos, cuando desincentivamos nuestra capacidad de ensoñación o toxificamos nuestras emociones.
Uf, qué lejos me llevó esta mujer sabia....