viernes, 27 de septiembre de 2013

SUMISOS POR COSTUMBRE, EXPOLIADOS POR IGNORANCIA - Por Vicky Moreno



COCIENDO A FUEGO LENTO
Sumisos por costumbre, expoliados por ignorancia.

Junto a nuestra proverbial manía de perder la fuerza por la boca, estamos peligrosamente acostumbrados a la sumisión y a la pasividad, dejándonos cocer a fuego lento ante el asombro de la historia, sin más explicación que la inercia fangosa de nuestro chiquitito y egoísta bienestar junto a la anestesiante confianza en que alguien, en alguna parte, esté haciendo lo que nosotros no, al tiempo que identificamos "gobierno" con "autoridad con fundamento"... pero no hay tal. 
Primero, porque se nos olvida que los gobernantes sólo son funcionarios al servicio del país (nosotros), que somos los que debemos ser atendidos y los acreditados por naturaleza para recibir todo el respeto y la pleitesía posible. que para eso pagamos. 
Segundo, porque, por desgracia, nadie puede garantizar que los elegidos en las urnas a base de millonarias campañas nada equitativas y a menudo financiadas irregularmente, tengan con ello demostrada altura moral, intelectual o emocional ninguna, cualidades que ya es hora que exijamos probar a los candidatos a través de un examen serio, aséptico y científico, por medio del cual, cada vez que un ciudadano se ofreciera a dirigir los destinos de una nación fuera previamente imperativo analizar y evidenciar su perfil psicológico; biografía; formación; programa propuesto; viabilidad y realismo de sus planteamientos; coherencia y ética previamente demostradas; inteligencia emocional y capacidades varias, frente a un equipo de expertos e intelectuales ecuánimes y no vinculados a ningún partido, asistidos por el software más avanzado, que permitiera garantizar su eficiencia y objetividad a la hora de minimizar el nivel de incertidumbre de los votantes y asegurando así a priori la idoneidad de cada candidato...
Tercero, porque, en nuestra intoxicada sociedad, con datos tan manipulados por tan diversos intereses, y sabiendo que la reflexión y el discernimiento no son deportes nacionales, es del género tonto suponer que el simple arreglillo en photoshop de la imagen y curricula de los candidatos sirva a nuestras mentes desnutridas y puramente emocionales, para elegir con ninguna profundidad ni ningún criterio fiable a ningún candidato confiable.
No es mala suerte que nos den gato por liebre y encima nos lo cobren como faisán, mientras regalan a los magnates de las finanzas nuestro plato y nos racionan las migas, tan sólo es consecuencia de nuestra ignorancia e incompetencia. Si no queremos que sigan pasando las mismas cosas, tendremos que abrirnos a buscar herramientas novedosas para cambiar los principios torticeros que originan nuestros males.
Por supuesto que queda mucho por hacer antes de llegar a la violencia contra nadie en busca del buen gobierno, transparencia, equilibrio distributivo o justicia, aunque estemos en nuestro derecho y sea nuestro deber defender estos valores. Por otra parte, tratar de reprimir violentamente a quien ostenta un poder que nuestra adulterada democracia le ha otorgado, no sólo sería incongruente, sino que apenas destronaríamos a un idiota para poner a otro.
En cualquier caso, el fin no justifica los medios y, como postularía Gandhi, la paz, el diálogo, la perseverancia y una sana rebeldía son las únicas vías éticas en pos de un fin ético, pese a que, sin duda, también estemos obligados a vencer la pereza, cobrar conciencia y unirnos para reprimir de la manera más inteligente y activa que podamos la violencia institucional que estamos consintiendo que se ejerza contra los más desfavorecidos.
Nuestro país ya no es el que soñaron y lucharon por conseguir nuestros padres, pero todavía estamos a tiempo de que no llegue a ser el reino de los mentirosos y los lobos codiciosos del que se avergüencen nuestros hijos, ya despojados, mientras reniegan del recuerdo de nuestra cobardía.
                                                                            Vicky Moreno / Septiembre 2013

miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL CIELO EN LA TIERRA: Restar, en vez de sumar; bajar, en lugar de subir

Interesantísima entrevista a Emilio Carrillo:

04/09/2013

Restar, en vez de sumar; bajar, en lugar de subir



Se reproduce seguidamente una entrevista realizada a Emilio Carrillo el pasado 28 de agosto.
Se inscribe en el ”Research Project: New Social Paradigms” (Proyecto de Investigación sobre Nuevos Paradigmas Sociales), acometido por estudiantes adscritos al convenio de colaboración entre las Universidades de Ratisbona (Alemania) y Liubliana (Eslovenia).
La persona concreta que se encargó de realizarla y transcribirla prefiere mantenerse en el anonimato.

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Hola, Emilio. Gracias por compartir esta entrevista.
      Gracias a ti por proponer que la mantengamos. Y bienvenida a mi casa y a Sevilla.

Ante todo, perdona por mi español, que no es muy bueno.
      Tampoco lo es el mío. Ten en cuenta que soy andaluz, ja, ja, ja…

Ya… Y del “manque” pierda…
      Estás muy bien informada para venir desde tan lejos, ja, ja, ja…

Para comenzar, me gustaría saber cómo resuena en tu interior un párrafo de un libro que he leído este verano. Es de Pablo d´Ors y se titula El olvido de sí. Sus páginas describen la trayectoria vital y el camino espiritual de Charles de Foucauld.
Admiro la vida y la obra de Foucauld, referente contemporáneo de la tradicionalmente denominada “Espiritualidad del Desierto”, que arrancó allá por el siglo IV de la mano de monjes, eremitas y anacoretas como Pablo el Ermitaño o Simón el Estilita. En la ascesis solitaria buscaban la paz interior que les permitiera alcanzar la conexión con nuestra divinidad: la unión mística con la naturaleza divinal que todos atesoramos; con el Dios que es yo, cada uno, todos y Todo.

El párrafo dice así: “Me ha costado mucho entender que no tengo que ser nada, puesto que ya lo soy; que el proceso por el que debía encaminarme no consistía en añadir experiencias o conocimientos para llegar a ser, sino precisamente quitarlas para llegar adescubrir a quien ya era y a quien durante tanto tiempo había ignorado. Según he comprendido, estos son los presupuestos básicos con que se puede vivir: yo no soy y tengo que sumar para poder ser; yo ya soy y tengo que restar para descubrirlo”.
Lo suscribo íntegramente: no hay que intentar ser algo, pues ya Somos todo; y no hay que sumar nada a lo que ya Somos, sino restar la enorme cantidad de postizos, accesorios y aditivos con los que tapamos y ocultamos lo que Somos.
En mi contexto vital y circunstancias personales, procuro llevarlo a la práctica cada día, de instante en instante, sin agobios, fluyendo y aceptando mi propio proceso y el de los demás.

¿Cómo se alcanza ese convencimiento de que ya somos todo y que no se trata de sumar, sino de restar?
No es un convencimiento, es un descubrimiento. Y, a la par, significa recordar lo que ya sabemos, pero había quedado arrinconado en nuestra Memoria Transcendente.
El quid de la cuestión se halla en tomar íntima consciencia de que ya todo Es y nosotros mismos Somos todo aquello que nuestro Corazón puede anhelar.
A partir de ahí, nos inunda el discernimiento sobre la verdad de la vida: vivimos única y exclusivamente ¡para vivir! Ni más ni menos. Este es el motivo y el fundamento de la existencia en todos los planos y Dimensiones. También, por supuesto, en el plano humano.
No vivimos para “tener que” o “deber de”; no vivimos para poseer, conseguir, hacer, desear, rechazar, luchar, convencer,… Y, desde luego, no vivimos para sobrevivir. La razón de ser de la vida es vivir: ¡vivir para vivir!
 Cuando nos damos cuenta de esto, la Vida se revela como lo que realmente es: un Milagro colosal y constante. Y nos percatamos de que se puede Confiar plenamente en ella; que todo tiene su porqué y su para qué en clave del desarrollo de nuestro propio proceso evolutivo; que las experiencias que vivimos no son ni “buenas” ni “malas”, sino experiencias todas que nos impulsan por igual en nuestro devenir consciencial; y que todo fluye, refluye y confluye en el Amor de cuanto Es.
Por tanto, vivir no consiste, permíteme el símil, en meter más muebles en casa. Al contrario: para “Vivir Viviendo” –vivir para vivir-, hay que vaciarla enteramente para que nuestro “verdadero ser”, que es radicalmente divino, brille, se expanda y se despliegue en este plano y Dimensión en su espléndido e inefable potencial.

Lo expresas como si fuera lo más normal del mundo, pero lo que nos muestra el mundo es todo lo contrario. De hecho, la mayoría de los hombres y mujeres consideran que tienen que sumar (objetos y bienes materiales, vivencias, experiencias, personas, saberes, prácticas espirituales, etcétera) para poder ser. Y es a lo que nos enseñan nuestros padres y en el colegio y la Universidad.
Mucha gente aún confunde la vida con la supervivencia y se dedica no a vivir, sino a sobrevivir, que son cosas bien distintas. De hecho, las preocupaciones y ocupaciones cotidianas de la mayor parte de las personas se centran en sobrevivir y a esto le llaman vivir. Al sistema educativo le sucede exactamente lo mismo.

¿Cómo se diferencia “vivir” de “sobrevivir”?
“Sobrevivir” se basa en el utilitarismo, el valor de cambio, el esfuerzo y la huida del momento presente. Me explico.
Por un lado, para “sobrevivir” se necesitan ineludiblemente cosas y personas, que pasan a tener un carácter “utilitario” e instrumental para la deseada supervivencia. La gente, las cosas, la Naturaleza, el planeta, etcétera se conciben sólo al servicio de la propia supervivencia. Así, hasta el amor se convierte en una mera emoción derivada de esa necesidad instrumental del otro.
Por otro, todo aquello que se incluye en “sobrevivir” conlleva una contrapartida o precio -suele ser valorable en términos pecuniarios, en euros- y requiere esfuerzo y trabajo.
Por último, “sobrevivir” se caracteriza por moverse entre el pasado y el futuro, desatendiendo e ignorando el presente.

¿Y “vivir”?
Para “vivir” no se necesita nada ni a nadie. Sobra con la Vida y con tomar consciencia de nuestro “verdadero ser”, constatando su naturaleza divinal y su pertenencia a la Unidad y Unicidad del Todo. Así se goza de la Vida sin deseos ni rechazos, situado en el momento presente y comprobando que la Felicidad es nuestro Estado Natural.
Por lo mismo, “vivir” pertenece a la esfera del Aquí y Ahora, es totalmente ajeno a lo pecuniario y desconoce el esfuerzo: sus componentes y manifestaciones carecen de contrapartida o precio y fluyen en la vida, en la de cada uno, sin trabajo y con naturalidad.
La gente sufre una fuerte amnesia con respecto a lo que vivir es y significa.

¿Por qué esta amnesia?
No es casual, sino consecuencia del aferramiento a una “consciencia egocéntrica”, que lleva a identificarse exclusivamente con un yo material (físico, emocional y mental) y olvidar lo que realmente Somos y Es.
No hay que ofuscarse por ello. Se trata de una fase natural en la evolución consciencial de los seres humanos y de las dimensiones álmicas en ellos encarnados. Y dará paso, lo empieza a hacer ya, a otra fase, tal como el invierno es una estación preciosa y precisa para que estalle la primavera.
Insisto: todo su tiene su porqué y su para qué. Y también lo tiene esta fase egocéntrica en la que la Humanidad lleva ya largo tiempo instalada y que bastantes hombres y mujeres comienzan ahora a dejar atrás.
     
Estos hombres y mujeres… ¿son los pioneros de una transmutación en la escala de valores y los paradigmas sociales de la Humanidad?
Desde el aferramiento a la “consciencia egocéntrica”, se han fabricado paradigmas, pautas vitales y un completo y complejo sistema de creencias absolutamente falaces y artificiales que conducen a la convicción de que tenemos que sumar para poder ser.
El género humano está evolucionando de manera natural hacia un nuevo estado consciencial que puede llamarse “Consciencia de Unidad”. De ella brotarán paradigmas y pautas de vida muy distintos a los hoy vigentes.
Es más, parte de esos nuevos paradigmas ya han sido creados por el ser humano, pero no han calado en el interior de las personas ni se han socializado.

¿Puedes poner algún ejemplo de esto último?
Los principios herméticos, todos y cada uno, son un buen botón de muestra. Y, a propósito de lo que viene siendo nuestra conversación, el segundo de ellos: el Principio de Correspondencia.

El célebre “como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”.
Su enunciado es simple, aunque ostenta un gran calado. Enseña, de manera directa y sintética, la analogía existente a todos los niveles de la Creación entre lo “macro” y lo “micro”, lo “micro” y lo “macro”.
En el capítulo que le dedica el Kybalion, texto del siglo XIX que compendia la sabiduría hermética, se afirma que esto es así “porque todo cuanto hay en la Creaciónemanó de la misma Fuente; y las mismas leyes, principios y características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una manifiesta su propio fenómeno en su propio plano”.
También por esto, todo es suma de partes y forma parte de una suma superior, aunque cada parte es a su vez el Todo.
El Cosmos, la Naturaleza y la Vida están repletos de casos, fenómenos y hechos que confirman la veracidad de este principio hermético.

Y en el seno del Cosmos, la Naturaleza y la Vida se integra la Humanidad.
Efectivamente…
Para ahondar en el Principio de Correspondencia como uno de los paradigmas que adquirirán carta de naturaleza con la “Consciencia de Unidad” y enlazando con la vía de la resta, no de la suma, con la que arrancó esta entrevista, conviene recordar que todos los seres humanos, en mayor o menor medida, presentan una tendencia e inclinación innatas a alcanzar un saber lo más entero y global posible acerca de lo divino y lo humano: el mundo, las cosas, el Universo, la vida, la muerte, los entresijos de uno mismo y los otros,…

Como sé que a ti te gusta citar, Albert Camus lo plasmó con agudeza y desgarro interior en El hombre rebelde al referirse a “los interrogantes más penosos, más abrumadores, los del corazón que se pregunta: ¿dónde puedo sentirme en mi casa?”
Se trata de un impulso tan potente como instintivo.
Y bajo su influencia, el género humano ha ido consolidando la práctica de escrutar, examinar y explorar lo “macro” cual método idóneo de adquisición del conocimiento deseado.

Así es, aunque en las últimas décadas, gracias especialmente a las aportaciones de la física cuántica, la ciencia empieza a mirar a lo “micro” como fuente del conocimiento.
No por casualidad, es ahora cuando la ciencia comienza a percibir que lo “macro” es algo demasiado lejano de nosotros y la realidad que nos rodea y otea lo “micro” para explicar lo que en lo “macro” no llega a entender.
En la medida que vamos hacia arriba en nuestro proceso de indagación, los interrogantes aumentan y el velo que oculta la verdad se hace más denso. Y cuanto más ascendemos, con más fuerza percibimos interiormente un extraño sentimiento mezcla de soledad, aturdimiento y añoranza.
No obstante, el sistema de creencias y los paradigmas sociales continúan imbuidos por lo “macro”.

Ya, pero entonces… ¿qué hacemos?
El Principio de Correspondencia nos ofrece otra puerta para acceder a la anhelada sabiduría. Es la puerta de lo pequeño, de lo “micro”, de lo que se halla abajo: tan abajo como nosotros mismos o aún más.
La ventaja de esta vía radica en que se encuentra bastante más a nuestro alcance que la que mira hacia arriba hasta terminar perdiéndose en la inmensidad. Sin embargo, siendo esto así, se utiliza muy poco y no hay un equilibrio entre lo “macro” y lo “micro” como llaves del conocimiento.

Entiendo…
Pues bien, cuando se llega a este punto comenzamos a percatarnos de que todo se comprende desde abajo y que lo sabio no es subir, sino bajar. No en balde, como cada parte es a su vez el Todo, lo más bajo contiene igualmente en sí lo más global y la esencia misma de la Unidad en la que todo Es.
      El “Conócete a ti mismo”, que los Siete Sabios de la Grecia clásica, recogiendo una sabiduría que se remonta al antiguo Egipto y a culturas mesopotámicas, inscribieron en el frontispicio del Templo de Delfos, exige bajar al interior de uno mismo y, en introspección y silencio, encontrar y reconocer lo que Somos.
La sociedad actual camina por derroteros bien distintos. Y por esto, como Scheler y Heidegger han subrayado, que nunca hemos sabido tantas cosas sobre el ser humano como ahora y, contradictoriamente, nunca hemos sabido menos de él.

Intuyo que todo lo precedente es de aplicación al desenvolvimiento de la dinámica consciencial, en general, y al proceso consciencial y evolutivo del ser humano, en particular.
Las personas buscan la “realización” y el “crecimiento” y creen que se hallan asociados a incorporar y agregar cosas (objetos, personas, vivencias,…) a sus vidas.
Subyace en ello el convencimiento y el sentimiento profundo de que uno mismo se encuentra incompleto, falto de algo o de mucho. Y se busca a través de la suma y en lo “macro”, cuanto más suma y más “macro” mejor, la satisfacción de los deseos y aspiraciones y las respuestas para el corazón que se pregunta.
Pero es absolutamente falso que seamos incompletos o que carezcamos de algo. Sólo el olvido de lo que realmente Somos, de nuestro “verdadero ser” y “naturaleza esencial” y divinal, hace que la gente crea tamaña sandez y confíe en la suma cual brújula y práctica en el proceso de “realización” y “crecimiento”.
El Principio de Correspondencia conlleva un rotundo llamamiento a dar la vuelta, cual si de un calcetín se tratara, a la manera en la que las personas acostumbran a contemplar su proceso de “realización” y “crecimiento”.

Restar en vez de sumar…
La consciencia se expande restando, no sumando; bajando, no subiendo. Se acabaron los trabajos, los esfuerzos, los sacrificios,… Adiós al estrés, a las tensiones, a las preocupaciones,...
La vía no es la suma, sino la resta; no es la acumulación, sino el desasimiento; no es el “llenado”, sino el vaciamiento; no es el tener, sino el desprendimiento; no es el poseer, sino el desposeimiento; no es el alojo de cada vez más cosas, sino el desalojo interior hasta que sea completo.
La puesta en práctica de todo ello consiste en una Vida Sencilla experienciada en el Aquí y Ahora, con consciencia de nuestra divinidad y plena de Confianza. Así se vive con paz y alegría y sin inquietarse por nada.

Esto me trae a la memoria otro párrafo del mismo libro de Pablo d´Ors. Permíteme que te lo lea: “Todo es profundamente elemental; la vida es mucho más sencilla de lo que creemos cuando somos jóvenes. La vida es levantarse por la mañana y rezar; trabajar; comer; acostarse por las noches; saludar a los vecinos; pasear… La vida es cantar una melodía que recordamos; sorprenderse de que salga el sol o de que se ponga; dormir; soñar… Todo está bien. No hay que luchar, sólo vivir. Vivir: esa es la cuestión. Y dejarnos envejecer. Y luego, finalmente, apagar la luz”.
      Todo está bien, todo es perfecto. Tanto que ni siquiera cabe calificarlo como “perfecto”, pues ello supondría que en la Creación existe igualmente lo “imperfecto”. Y no es así. En la Creación, en la Vida, en general, y en la vida de cada cual, en particular, no hay imperfecciones, ni caos, ni azar, ni errores…
Todo cuenta con su porqué y su para qué; todo fluye en el Amor; y todo lo que acontece en la vida impulsa el proceso evolutivo de cada uno -cada cual en su punto y momento evolutivo, todos igualmente respetables-, que se halla absolutamente integrado en la Evolución de la Humanidadla Madre Tierra, el Cosmos y la Creación.
      Vivir para Vivir significa Confiar en la Vida y dejarse fluir aceptando todo aquello que la propia Vida, no nuestros deseos egoicos de satisfacción ni nuestras programaciones mentales, nos vaya poniendo por delante.

En “Dios”, tu último y muy reciente libro, afirmas que lo importante no es qué pasa o deja de pasar en el día a día y en nuestra vida, sino cómo vivimos aquello que pasa…
La “consciencia egocéntrica” llama a poner el acento en el “qué”: qué hago o dejo de hacer, qué “debo de”, qué “tengo que”,…
En la medida que ese estado de consciencia queda atrás, se deja el “qué” en manos de la Vida y la Providencia –nuestro “verdadero ser” en acción- y nos centramos en el “cómo” para llenar de Amor e impregnar con su vibración, con la Frecuencia de Amor, todos los hechos y circunstancias –experiencias, en definitiva- que la vida nos va trayendo de momento en momento. Y da igual el color que la mente quiera otorgar a la experiencia –“alegre” o “triste”, “placentera” o “dolorosa”…-. Sólo importa situar en la vibración del Amor cada experiencia que la Vida nos ponga por delante.

¿Algún consejo para lograrlo?
No doy consejos. Lo único que puedo compartir es el papel y la importancia de la humildad.
Una humildad tan grande como para permitirnos el “endiosamiento”: percatarnos de que Dios es yo y que yo soy Dios precisamente cuando cesó de ser “yo”, es decir, cuando dejo de aferrarme a cualquier idea de identidad, sea física, álmica o espiritual, sea individual o colectiva. Esta disposición y esta voluntad de dejar de ser “yo” para ser Dios (o como cada cual quiera denominarlo) es, en el plano humano, la más acabada expresión de humildad.
Desde ella, restar y bajar, el desalojo y el vaciamiento y la Pazla Felicidad y la Quietud emanan espontáneamente desde nuestro interior: desde allí donde siempre estuvieron esperando pacientemente a que, a través de nuestra toma de consciencia en libre albedrío, las proyectáramos dulcemente y con Amor al exterior para plasmar El Cielo en la Tierra.

Es una hermosa forma de cerrar la entrevista. Muchas gracias, Emilio, por lo que has compartido durante la misma.
A ti por hacerlo posible.
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Antonio Quintanar Jiménez: Cada instante estás tomando una decisión

Antonio Quintanar Jiménez: Cada instante estás tomando una decisión: Podemos ser conscientes o no, pero, cada instante de nuestra existencia estamos tomando una serie de decisiones que, a la postre, dan co...

martes, 24 de septiembre de 2013

EL PODER DE SOLTAR. Vivir para Vivir (artículo comentado de Emilio Carrillo)

    Lúcido artículo, como todos los de Emilio Carrillo. Soltar es la clave. Soltar lo que amamos para amarlo mejor. Soltar los brazos que queremos que nos contengan para verlos florecer aunque sea de lejos. Aprender a sentir permanentemente el abrazo que todo es y en todo somos. Soltar la pena y la culpa, para que no sean motor de nada. Soltar la expectativa y la responsabilidad que un día nos atribuimos o nos atribuyeron, para que la paz se instale en nuestros corazones y nuestra conducta en todo momento sea impulsada por el discernimiento y el amor. Tan sólo entonces conoceremos al ser profundo que en verdad ya somos, pero que dejamos velar por tanta frivolidad, tanta inercia y tanto apego.  VM

EL CIELO EN LA TIERRA: El Poder de Soltar: Vivir para Vivir:             El proceso consciencial del ser humano alcanza un punto culminante cuando se comprende, asume e interioriza el “Poder de Soltar...

miércoles, 18 de septiembre de 2013

PODRÍAMOS SALVAR SUS SENCILLAS Y DURAS VIDAS

Imposible evitar la sensación de hastío que produce tanta insensatez. El decrecimiento no sé si ya va a ser técnicamente posible, pero no me cabe duda de que tenemos que pararnos a pensar, moderar nuestra ambición, revisar nuestro modelo de bienestar, frenar en seco nuestra desmesurada avidez individual y colectiva (a veces disfrazada de altruismo), desmontar la inercia que controla nuestras vidas, desacreditar la idea idiota de que con más nada vamos a ser más felices, y dejar de contemplar impasibles la cruel realidad de que, otros, con tan sólo la mitad de los restos, tiempo o afecto que nosotros ahorramos o desperdiciamos, podrían salvar sus sencillas y duras vidas. 
  
decrecimiento: El decrecimiento económico y la pobreza.: Samuel Rat - Agencia Tigris El sistema de producción-consumo vigente en la historia durante los últimos cinco siglos se ha basado en un ...

jueves, 25 de julio de 2013

LAS 300 PERSONAS MÁS RICAS DEL PLANETA ATESORAN MÁS QUE 3.000 MILLONES DE POBRES

LAS 300 PERSONAS MÁS RICAS DEL PLANETA ATESORAN MÁS QUE 3.000 MILLONES DE POBRES
 
http://iniciativadebate.org/2013/07/21/las-300-personas-mas-ricas-del-planeta-atesoran-mas-que-3-000-millones-de-pobres/
 
Tan desmesurada desigualdad es la mayor inmoralidad de las que consentimos a diario, y lo peor es que la reforzamos con nuestro silencio como sirvengüenzas impasibles.
Y, claro que el ser humano es desigual, no cabe duda (y a mucha honra). Tenemos una preciosa variedad que nos hace hermosamente plurales y muy enriquecedora nuestra mezcla, pero tampoco tenemos todos la misma capacidad de generación, ni la misma inteligencia, ni la misma voluntad, ni la misma consciencia o vocación de entrega...... 
Hay cosas que la sociedad debe reprimir y otras estimular, consintiendo iniciativas y negocios que sean fuentes de progreso para todos y facilitando la tarea de emprendedores y empresarios honestos, pero ¿por qué no reformar de una vez constituciones obsoletas, dictando leyes que pongan coto a especuladores, traficantes, defraudadores, evasores, inversionistas corruptos, capitalistas vagos, prevaricadores, explotadores, aprovechados y mangantes de toda calaña, que en este bosque de impunidad liberaloide recogen los mejores frutos. 
Veríamos cómo cuando la retribución del esfuerzo laboral, científico, social, político, comunitario, deportivo, fuera la justa y adecuada al mérito y capacidad de cada uno, las diferencias naturales no podrían ir más allá de 10 a 1.
El progreso es inevitable y la desigualdad un hecho, pero los más dotados de esa pirámide de superación no deben ser libres de escalar pisando las cabezas o destrozando la cultura o los medios de vida de los que ascienden bajo ellos, ni deben distanciarse tanto que sus facilidades para ese ascenso les haga desentenderse de las necesidades de los otros; del mismo modo que tampoco es prudente permitir que acumulen bolas bestiales de recursos no productivos, que un día, por su propio peso, pueden echar a rodar pirámide abajo, arrasando a los que suben, que se ven obligados a sujetarlos, sin mayores consecuencias para esa élite de privilegiados... 
En el mismo sentido, los que suben despacito por voluntad propia o lastrados por sus propias características, capacidades o empuje, no pueden dejar de apreciar las lianas que otros emprendedores justos y valientes les echan desde arriba, ni columpiarse en la comodidad de vegetar sobre el esfuerzo ajeno, calificándolo de suerte y criticando sin discernimiento a los más luchadores y productivos, que constituyen el motor de progreso de la sociedad.

Haberlos haylos, pero ni vagos, ni mangantes, ni ignorantes, ni magnates pueden servir de excusa para justificar tamaña Babel ni tamaña desproporción en la escala social. 
Hay que hacer algo, y pronto.
                                                                                                          Vicky /Julio 2013

EL DOLOR DESENMASCARA - Por Vicky Moreno

Todos los filósofos reflexionaron sobre principios y fines cuando la muerte se avecinaba, bien desbordados como espectadores de una tragedia, o mirando frente a frente la propia fragilidad. No es que ellos no lo hicieran antes, pero no es frecuente que nos consintamos tan radical desnudez como en los momentos en que uno siente arrebatado lo esencial o segado el futuro.
Fácil es pensar que fuera el miedo el que desatara su búsqueda de certezas y refugio, pero ninguno de los grandes hombres y mujeres en los que estoy pensando tenía nada de timorato, y algunos hasta tomaron cartas en el asunto de su propia muerte, señal de que no era tema del que huyeran.
La cuestión aquí es, por un lado, si sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y, por el otro, a qué dedicamos nuestra convulsa e/o insulsa vida mientras no truena. Siguiendo el símil del trueno, el susto que anuncia el fulminante y mortífero rayo -o al menos la posibilidad de que nos quede calada el alma-, hace que aterricemos, nos quitemos el disfraz de bufón, nos pongamos las gafas de ver la realidad y demos un repasito con nuestro escáner mental por todo lo acumulado en vísceras, agendas y alforjas varias, comprobando lo que pesa y lo que vale, es decir, todo lo que creímos imprescindible pero en la práctica nos lastra e impide volar, y lo que creímos secundario, pero nos puede ayudar a elevar el alma hasta los pensamientos y las personas donde se encuentra realmente nuestra vocación, nuestra ilusión y nuestro más luminoso destino.
Al mismo tiempo, y quizá por primera o segunda vez (porque son pocas las ventanas que se abren en nuestra aborregada vida a la verdadera consciencia), podemos analizar eso que denominamos "nuestra escala de valores" -todos esos principios que creíamos propios-, y separar la paja de lo aprendido del grano de lo concienciado por propia indagación y experiencia, para descubrir que mucho de lo que dimos por sentado que habíamos elegido, e incluso empeñamos la vida en defender, en realidad se trataba de modelos y valores importados genética o ambientalmente, que adoptamos sin juicio crítico en nuestra más tierna infancia, que reforzamos entre iguales que se sentían orgullosamente diferentes al resto, y que, poco a poco, fueron conformado cada curva de nuestra personalidad.

En este día de dolor, reflexionemos..... Merece la pena atreverse a mirar más hondo, más largo, más ancho, más alto, más libre, más cuerdo...

sábado, 16 de febrero de 2013

VUELVE A HACERTE DE CARNE, PORFA - Por Vicky Moreno



El estado más poderoso de la tierra va a montar de nuevo el tinglado para elegir cabeza de su imperio.
A los que no nos consideramos católicos parece no tocarnos opinar, pero el conflicto viene cuando nos sentimos dolidos como cristianos comprometidos, budistas modernos, islamistas racionales, místicos sinceros o humanistas de cualquier tendencia espiritual y, sobre todo, librepensadores activos... ¿Cómo conseguir llevar adonde corresponda el mensaje de que ya está bien de una iglesia que no es modelo de nada, que no ejerce ministerio ninguno, que no profundiza, que no llega al pueblo, que no escucha, que no protege, que no está al día, que no dio paso alguno desde el Concilio Vaticano II...
¿Qué hubiera pasado si, en un ataque de coherencia, la Iglesia Católica (y todas las demás) se hubieran posicionado abierta y valientemente en todo el mundo a favor de la lucha contra las causas del hambre, contra las causas de la injusticia social, contra las causas de la explotación infantil, contra la corrupción política, contra la contaminación del planeta, contra la fabricación y venta de armas, contra el oligopolio de los mercados, contra el fariseísmo y la pompa suntuaria, contra las dictaduras, contra la acumulación avara, contra el maltrato animal, contra el mercado de seres humanos, contra la destrucción de los pueblos naturales...
Algo me salta en las tripas de entusiasmo imaginándolo, porque esos serían los auténticos representantes del Dios del Pueblo y, nosotros, el verdadero Pueblo de Dios, hace ya mucho tiempo. Entonces no existiría el dios de los católicos, hinduistas o musulmanes, sino el innombrable Dios de Todos, Sat-Chit-Ananda, Esencia y Fuente de cuanto existe, al que Jesús, y tantos otros, llamaron "padre", y nuestra ignorancia convirtió en becerro de oro. En lugar de honrarlo en cuanto ven nuestros ojos, como nos fue dicho, le encerramos en preceptos y altares, le hicimos templos imponentes y le vestimos de oropeles, por no entender el sentido de "Origen" de esa paternal magnificencia.
Un Dios que no se parece en nada a nosotros ("gracias a Dios", porque puestos a traducir mal, hemos imaginado encima un severísimo señor dotado de nuestra naturaleza emocional) y, por eso, no padece de ataques de "cólera divina", no manda matar hijos, y no "premia" ni "castiga", ni causa "temor", ni minimiza la importancia de unos para ensalzar la de otros (y que os puedo asegurar no fulmina pecadores a base de rayazos justicieros… ¿Dónde estarían los poderosos criminales y criminales poderosos si esa ira divina existiera? ).
Ese único Dios de Amor al que la Iglesia, todas las Iglesias, si cumplieran su fantástica misión, podrían servir como humilde dedo hacia donde señalar, sólo es concebible como océano primigenio, energía-consciencia-información, amor infinito, fuerza creativa de la que todos somos gotas, sin distinción... y sin sentimientos antropomórficos que lo reduzcan a censor de cuentas y protector de lameculos.   
!Dios¡.. Sé que seguro que no tienes oídos de estos, pero, si por un casual a tu sabiduría infinita le alcanzara mi indignación humana (y fuera influenciable, cosa que no creo, pero por probar no pierdo nada).... yo te ruego… Vuelve a hacerte de carne, acércate un rato y pon un poco de orden entre los de tu casa... ¡anda, porfa!

miércoles, 13 de febrero de 2013

GESTAS Y GESTOS - Por Vicky Moreno


         Acabo de leer el excelente artículo que con el nombre de “Putrefacción Infinita” escribe Pilar García de la Granja en El Confidencial, poniendo en evidencia esta nueva clase de pornografía moral que nos asola:  http://www.elconfidencial.com/opinion/facturas-pendientes/2013/02/12/putrefaccion-infinita-10713/
            Mucho es lo que en estos días se habla de corrupción, corruptelas y corruptos, sin que yo pueda dejar de pensar cada vez que lo leo en que, por una parte, lo que ignoré hasta este momento y ahora se desvela puede no ser más que la punta de un iceberg mucho mayor cuyo conocimiento nos está y seguirá estando vetado, y, por la otra, me plantee la necesidad de mirar mi porción de responsabilidad de la que no me exime la ignorancia, es decir, me ocupe de averiguar cuánto de esa desviación ética puedo identificar en mi entorno inmediato o incluso en mi misma.
            Cuesta mucho hacer el mal a sabiendas. Para ser malos malotes hay que tener mucha desafección o mucho infierno dentro.  Por eso, los malos a secas, pero inteligentes, o incluso los buenos negligentes, necesitan envolver sus actos con argumentos que esgrimen motivos para la acción, justificadísimos a su juicio y tan inverosímiles como sinceros.
            En el tercer caso están los ignorantes, que suelen hacer el mal por impulso, omisión, reacción o avidez irrefrenable, e incluso en algún caso, tener a su favor el único argumento que se puede estudiar desde la benevolencia: la necesidad.
            Europa entera se echa las manos a la cabeza frente a cada uno de los nuevos casos que aparecen a diario en prensa, de españoles de guante blanco, juicio blando y amigo en banco, cuya raquítica conciencia les ha llevado hasta a robar lo que estaba destinado a la ayuda social, ahora mortalmente adelgazada por otros “bienintencionados” gobernantes. Estos maestros del disimulo, con el cinismo que les permite la certeza de su impunidad, sonríen a las cámaras, acusando al socio, al político de enfrente, o al periódico de turno de manipulación en el tratamiento de la información. Y nadie va a la cárcel porque los que tienen que firmar sus sentencias no son diferentes.
            Hasta aquí, todo muy claro, los malos son los otros… ¿O no?
            Me pregunto yo, salvando las distancias en mayor o menor medida: Manipular… ¿no manipulamos todos de alguna manera? Justificar… ¿no justificamos todos a veces lo injustificable? Engañar... ¿no maquillamos un poco la realidad cuando nos interesa? Robar… ¿en ocasiones no nos beneficiamos de lo ajeno dándolo por propio?….Unos en el plano físico, otros en el emocional, aquellos en el mental y, casi todos, en el más sutil plano energético, ¿no vamos lo que se dice a nuestro avío, como motos, sin mucha conciencia del mal que producimos, de  lo que hacemos sentir?
Es fácil pensar que la culpa está en las grandes cifras, sin fijarnos en que es en la suma de las pequeñas cantidades, de los pequeños detalles, de las omisiones sensibles o el engaño insensible, que creamos esa atmósfera amoral consentida que nos corrompe por contagio y corroe la confianza en el ser humano, debilitando la esperanza de conseguir organizar entre todos un mundo mejor.
            Todo es un campo relacional. Desde el ámbito de la empresa al de la política, pasando por el de la pareja, en toda transacción son de aplicación los mismos principios éticos: 
  1. No Maleficencia
  2. Justicia
  3. Respeto a la Autonomía y a la idiosincrasia del otro
  4. Benevolencia
¿Sabemos lo que damos y tomamos? ¿Sabemos lo que contribuye a construir o destruir nuestra energía, nuestro dinero, nuestra palabra, nuestra presencia?
¿Sabemos a quién y para qué va a servir aquello que damos, que decimos, que hacemos? ¿Damos lo que de verdad queremos dar? ¿Damos lo que de verdad debemos dar?  ¿Damos lo suyo a quien corresponde? ¿Son justas nuestras transacciones?
¿Sabemos lo que tomamos? ¿Conocemos su origen? ¿Nos preguntamos por el esfuerzo o méritos propios o ajenos? ¿Lo que aceptamos retribuye de manera transparente nuestro esfuerzo real? ¿Tomamos más de lo que damos a cambio? ¿El coste energético para el otro (sea persona, país o medio ambiente) es mayor que el valor del producto obtenido? ¿El lucro que nos consentimos y justificamos está acreditado por la evidencia de su justicia y no maleficencia? La huella moral y ecológica de nuestras decisiones, ¿la medimos? ¿Y la huella emocional que dejan nuestras acciones u omisiones?......
Un mundo de culpa, señores, todo un mundo de responsabilidades desatendidas o mal atendidas cuelga a nuestras espaldas…. Pero nunca nos enseñaron a vivir ligeros y no está de moda mirar la propia chepa.
Son muchas las preguntas y muchos los límites que acostumbramos a saltar en este ejercicio cotidiano y universal de la inconsciencia. Hasta hace poco éramos animalillos y, como tales, gloriosamente inocentes al buscar nuestro alimento, gozo, beneficios, territorio, diversión o protección por encima de todo, pero ese instinto primitivo ya no es el que ha de regir nuestras vidas. Pese a que como especie aún sintamos con potencia la llamada de nuestra mente reptiliana pidiendo previsión, procreación y acumulación, nuestra mente superior y nuestro corazón ya son capaces de tomar el mando, palpar valores, disfrutar lo sutil y priorizar lo bello, bueno y cierto, por encima de tanto impulso instintivo y tanta fanfarria.
No es porque nos recuerden nuestra condición fraterna, ni porque lo manden las leyes, ni porque nos vayan a pillar, ni siquiera por el qué dirán, sino porque algo tiene que fulminar inmediatamente nuestras entrañas cuando obedecemos la orden de bombardear un poblado lleno de niños inocentes, fuere quien fuere el que lo manda, y fuere quien fuere el criminal que allí se esconda; cuando firmamos una operación millonaria sin considerar el conjunto total de perjuicios que conlleve más allá de nuestros propios intereses; cuando dirigimos negligentemente los recursos públicos; cuando alguien nos gana la voluntad por adulación o culpa; cuando aceptamos premios, regalos, sobres, que no retribuyen de manera transparente y equitativa nuestro trabajo; cuando no miramos de qué color viene teñido el dinero que obtenemos; cuando no somos patriotas más que para aplaudir al equipo de nuestro país y no para contribuir con nuestro honesto esfuerzo cotidiano a su levantamiento; cuando evadimos impuestos, sonrisas, caricias, abrazos; cuando consideramos inteligencia y astucia el lucro fácil del bien posicionado; cuando vemos con indiferencia nuestra responsabilidad sobre las esperanzas y la confianza que dejamos crecer en otros…
No hay que bajar la guardia. Todos construimos o destruimos. Hasta el menor de nuestros pensamientos contribuye a regenerar o contaminar la atmósfera que respiramos. La mal llamada crisis, sea personal, política o planetaria, no puede ser una excusa para la laxitud moral y, el mundo que queremos habitar y legar, más que con las grandes gestas, lo vamos a construir con la suma consciente y amorosa de cada uno de nuestros pequeños y éticos gestos individuales.