jueves, 25 de julio de 2013
LAS 300 PERSONAS MÁS RICAS DEL PLANETA ATESORAN MÁS QUE 3.000 MILLONES DE POBRES
LAS
300 PERSONAS MÁS RICAS DEL PLANETA ATESORAN MÁS QUE 3.000 MILLONES DE POBRES
Tan desmesurada desigualdad
es la mayor inmoralidad de las que consentimos a diario, y lo peor es que la reforzamos
con nuestro silencio como sirvengüenzas impasibles.
Y, claro que el ser humano
es desigual, no cabe duda (y a mucha honra). Tenemos una preciosa variedad que
nos hace hermosamente plurales y muy enriquecedora nuestra mezcla, pero tampoco
tenemos todos la misma capacidad de generación, ni la misma inteligencia, ni la
misma voluntad, ni la misma consciencia o vocación de entrega......
Hay cosas que la sociedad
debe reprimir y otras estimular, consintiendo iniciativas y negocios que sean
fuentes de progreso para todos y facilitando la tarea de emprendedores y
empresarios honestos, pero ¿por qué no reformar de una vez constituciones
obsoletas, dictando leyes que pongan coto a especuladores, traficantes,
defraudadores, evasores, inversionistas corruptos, capitalistas vagos,
prevaricadores, explotadores, aprovechados y mangantes de toda calaña, que en
este bosque de impunidad liberaloide recogen los mejores frutos.
Veríamos cómo cuando la
retribución del esfuerzo laboral, científico, social, político, comunitario,
deportivo, fuera la justa y adecuada al mérito y capacidad de cada uno, las
diferencias naturales no podrían ir más allá de 10 a 1.
El progreso es inevitable y
la desigualdad un hecho, pero los más dotados de esa pirámide de superación no
deben ser libres de escalar pisando las cabezas o destrozando la cultura o los
medios de vida de los que ascienden bajo ellos, ni deben distanciarse tanto que
sus facilidades para ese ascenso les haga desentenderse de las necesidades de
los otros; del mismo modo que tampoco es prudente permitir que acumulen bolas
bestiales de recursos no productivos, que un día, por su propio peso, pueden
echar a rodar pirámide abajo, arrasando a los que suben, que se ven obligados a
sujetarlos, sin mayores consecuencias para esa élite de privilegiados...
En el mismo sentido, los
que suben despacito por voluntad propia o lastrados por sus propias características,
capacidades o empuje, no pueden dejar de apreciar las lianas que otros
emprendedores justos y valientes les echan desde arriba, ni columpiarse en la
comodidad de vegetar sobre el esfuerzo ajeno, calificándolo de suerte y
criticando sin discernimiento a los más luchadores y productivos, que
constituyen el motor de progreso de la sociedad.
Haberlos haylos, pero ni
vagos, ni mangantes, ni ignorantes, ni magnates pueden servir de excusa para
justificar tamaña Babel ni tamaña desproporción en la escala social.
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Vicky, en estos días de vacaciones me relajo y aprendo contigo. Como siempre, un placer leerte y el deseo de poder tener una conversación pausada, cómplice y sincera. ¡lástima de distancia!.
ResponderEliminarSigue que nos haces bien con tus reflexiones, un beso. Cándido