El estado más poderoso de la tierra va a montar de
nuevo el tinglado para elegir cabeza de su imperio.
A los que no nos consideramos católicos parece no
tocarnos opinar, pero el conflicto viene cuando nos sentimos dolidos como
cristianos comprometidos, budistas modernos, islamistas racionales, místicos
sinceros o humanistas de cualquier tendencia espiritual y, sobre todo,
librepensadores activos... ¿Cómo conseguir llevar adonde corresponda el mensaje
de que ya está bien de una iglesia que no es modelo de nada, que no ejerce
ministerio ninguno, que no profundiza, que no llega al pueblo, que no escucha, que
no protege, que no está al día, que no dio paso alguno desde el Concilio
Vaticano II...
¿Qué hubiera pasado si, en un ataque de coherencia,
la Iglesia Católica (y todas las demás) se hubieran posicionado abierta y
valientemente en todo el mundo a favor de la lucha contra las causas del
hambre, contra las causas de la injusticia social, contra las causas de la
explotación infantil, contra la corrupción política, contra la contaminación
del planeta, contra la fabricación y venta de armas, contra el oligopolio de los
mercados, contra el fariseísmo y la pompa suntuaria, contra las dictaduras,
contra la acumulación avara, contra el maltrato animal, contra el mercado de seres humanos, contra la destrucción de los
pueblos naturales...
Algo me salta en las tripas de entusiasmo
imaginándolo, porque esos serían los auténticos representantes del Dios del
Pueblo y, nosotros, el verdadero Pueblo de Dios, hace ya mucho tiempo. Entonces
no existiría el dios de los católicos, hinduistas o musulmanes, sino el
innombrable Dios de Todos, Sat-Chit-Ananda, Esencia y Fuente de cuanto existe,
al que Jesús, y tantos otros, llamaron "padre", y nuestra ignorancia
convirtió en becerro de oro. En lugar de honrarlo en cuanto ven nuestros ojos,
como nos fue dicho, le encerramos en preceptos y altares, le hicimos templos
imponentes y le vestimos de oropeles, por no entender el sentido de
"Origen" de esa paternal magnificencia.
Un Dios que no se parece en nada a nosotros
("gracias a Dios", porque puestos a traducir mal, hemos imaginado
encima un severísimo señor dotado de nuestra naturaleza emocional) y, por eso, no
padece de ataques de "cólera divina", no manda matar hijos, y no
"premia" ni "castiga", ni causa "temor", ni
minimiza la importancia de unos para ensalzar la de otros (y que os puedo
asegurar no fulmina pecadores a base de rayazos justicieros… ¿Dónde estarían
los poderosos criminales y criminales poderosos si esa ira divina existiera? ).
Ese único Dios de Amor al que la Iglesia, todas las
Iglesias, si cumplieran su fantástica misión, podrían servir como humilde dedo
hacia donde señalar, sólo es concebible como océano primigenio,
energía-consciencia-información, amor infinito, fuerza creativa de la que todos
somos gotas, sin distinción... y sin sentimientos antropomórficos que lo
reduzcan a censor de cuentas y protector de lameculos.
!Dios¡.. Sé que seguro que no tienes oídos de
estos, pero, si por un casual a tu sabiduría infinita le alcanzara mi
indignación humana (y fuera influenciable, cosa que no creo, pero por probar no
pierdo nada).... yo te ruego… Vuelve a hacerte de carne, acércate un rato y pon
un poco de orden entre los de tu casa... ¡anda, porfa!
Hace muchísimo tiempo que las religiones abandonaron a Dios.
ResponderEliminarUn saludo