lunes, 7 de diciembre de 2015

EL QUE PIERDE LA PAZ LO PIERDE TODO




EL QUE PIERDE LA PAZ LO PIERDE TODO

Decía un antiguo proverbio oriental que "El que pierde dinero no pierde nada, el que pierde salud pierde algo, pero el que pierde la paz lo pierde todo".
 Por desgracia, hoy en día no terminamos de creerlo, y dejamos que el miedo resulte ser para algunos el más rentable de nuestros defectos, de manera que nos lanzamos a la acumulación, más allá de nuestras necesidades, en el temor de perder confort y privilegios, lo mismo que nos sumergimos en el estrés y la hipocondria, cayendo hasta en la  automedicación intoxicante, en el temor de perder la salud.
No nos damos cuenta de que ese temor anticipatorio a una pequeña o remota amenaza, y los medios puestos en marcha para tratar de evitarla, son a menudo más letales que el peligro en sí, y, como en un sistema inmunitario enloquecido, nuestra desproporcionada reacción preventiva o defensiva, ademásde la propia salud y bienestar, nos roba algo mucho más importante y sagrado: la paz.
Los terroristas, lo mismo que los tiranos de todos los tiempos, sí lo supieron y lo saben, convirtiendo   nuestra propia reacción de ataque o de huida del estado de terror que nos causan, en su estrategia favorita y en un arma mucho más destructiva que sus metralletas o sus bombas.
Desde la paz y la inteligencia hay que reprimirles; desde la paz y la inteligencia hay que aislarles;  desde la paz y la inteligencia hay que intervenir en todos sus circuitos de financiación y comunicación; desde la paz y la inteligencia hay que encarcelar a sus líderes de opinión; desde la paz y la inteligencia hay que desenmascarar a los gobiernos corruptos que les amparan...
Todo, antes que vivir en el temor, cultivar el odio,  permitir el terror en cadena, la injusticia, la venganza, la pérdida de libertades y, sobre todo, el 27 por 100 de niños que mueren de media en cada bombardeo.
En cualquier caso, si echamos cuentas, ni en número previsible de víctimas humanas ni en posibilidades de erradicación del conflicto, salen las cifras que aconsejen la lucha abierta más que para los vendedores de armas, y esos son parte del problema y no de la solución.
Nuestra cultura es cristiana -o al menos de boquilla se precia de ello- y el mensaje de amor incondicional que dictaron todos los profetas y maestros e inunda el Evangelio no era "buenismo" ni "ingenuo conformismo", sino el mandato de conducirnos con benevolencia, paciencia y magnanimidad hacia el bien común, de forma pacífica e inteligente.

                                                                             Vicky Moreno


http://ssociologos.com/2015/12/06/me-puede-tocar-a-mi-el-riesgo-como-arma-terrorista/

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo.
    Solo un apunte: sustituiría la palabra inteligencia por la sabiduría. Para la inteligencia son posibles muchas cosas, la sabiduría indica cuales son convenientes y cuales no.
    Un abrazo

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