lunes, 25 de julio de 2011

EL AMOR CONSCIENTE







DE:  Del amor y otros ensayos . A. R. Orage
Del Amor:

Hay que aprender a distinguir entre tres tipos de amor por lo menos: amor instintivo, amor emocional y amor consciente. Se observan con facilidad los dos primeros, pero el tercero es raro y depende tanto del esfuerzo como de la inteligencia. El amor instintivo está basado en la química. Toda la biología es química y las afinidades  del amor instintivo, manifestadas en las atracciones, repulsiones, combinaciones mecánicas y químicas que llamamos el amor, el cortejar, el matrimonio, hijos y familia, son sólo los equivalentes humanos del laboratorio de un químico. El amor instintivo, por ser químico, es tan fuerte y perdura tanto como las sustancias y cualidades de las cuales es manifestación. El amor emocional no tiene su raíz en la biología. De hecho, es casi siempre antibiológico en su carácter y dirección. El amor instintivo obedece a  las leyes de la biología, es decir a la química, y procede por afinidades.  Pero el amor emocional es a menudo la atracción mutua entre desafinidades e incongruencias biológicas. El amor emocional no sólo es efímero, sino que evoca su opuesto. Tal amor puede crear odio en su objeto. El amante emocional pronto se vuelve objeto de indiferencia y,  poco después de odio. Estas son las tragedias del amor emocional. 

El motivo del amor consciente, en su estado desarrollado, es el deseo de que el  amado (amada) llegue a alcanzar su propia perfección  innata, sean cuales fueren las consecuencias para el amante mismo. “¿Qué importo yo?, con tal de que el (ella) alcance su perfecto desarrollo, dice el amante consciente. Y la paradoja de esta actitud es que un amor  de esta índole siempre evoca en su objeto una actitud similar. El amor consciente engendra amor consciente.  El amor consciente es raro entre los seres humanos por varios motivos: primero, porque la gran mayoría son niños que quieren ser amados pero no amar; segundo, porque rara vez se concibe la perfección como la meta justa del amor humano; tercero porque los  seres humanos no saben, aunque lo deseen qué es bueno para sus seres amados y cuarto, porque nunca ocurre por accidente, sino que debe ser objeto de resolución, esfuerzo, elección consciente. El amante que se inicia en el amor consciente, pasa por su aprendizaje y quizá alcance un día la maestría. Se perfecciona a sí mismo para poder desear y ayudar con pureza la perfección de su amada.

La gente, sin asomo de rubor, hace alarde de haber amado, de amar o de esperar amar. Pero el amor, cuando no es amor consciente, es decir amor que trata de ser a la vez sabio y capaz en el servicio del amado (a), es una afinidad o una desafinidad y en ambos casos, igualmente inconsciente o sea, descontrolado. Tal estado de amor es peligroso para uno mismo, o para el otro, o para ambos. ¿Quién no ha visto a más de un ser amado reducido a la miseria y a la enfermedad por su “amante”?

Asir con firmeza, soltar con ligereza. Este es uno de los grandes secretos de la felicidad en el amor consciente. En cambio, en el amor inconsciente cada cual quiere “soltarse” pero el otro no se lo permite. La naturaleza, la esencia del ser humano es la libertad. El amor consciente es libertad.  La relación de pareja muchas veces mata la libertad, por lo que el amor se acaba.  ¿Quiere alguien ingresar en esta orden del amor consciente? Que se deshaga entonces de todo deseo personal e idea preconcebida. Se requiere humildad y luego una tolerancia deliberada. Si no estoy seguro de lo que conviene a la perfección del ser amado, al menos que tenga ella (el) libertad para seguir sus propias inclinaciones. Los iluminados aman conscientemente. Y los amantes conscientes se convierten en iluminados.

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