http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=NKDXuCE7LeQ
Este
vídeo me ha hecho reflexionar sobre la naturaleza de la lucidez, tan estudiada
como poco conocida. Aparentemente, muestra a un ser humano acabado, sumido en
un limbo inánime y vacío que produce piedad. Más que una plácida ausencia, lo
que parece que su cuerpo acepta y su mente transita es la antesala de la
muerte.
De
pronto, el alma de la música conecta sus deshilachados recuerdos y rescata
fogonazos de pasión dormida, para mostrarnos un trailer borroso de las ruinas
de su biografía, que emerge de no se sabe dónde, con la misma energía con la
que se agarra lo escurridizo o la angustia con la que se trata de acreditar lo
amado que se fue.
Nada
sabemos de esos callejones oscuros donde ya no alcanza el sol a alumbrar y a
duras penas se diferencia el día de la noche. Desde nuestra orilla definida,
ese espacio de tinieblas produce pavor y preferimos no mirar antes que investigar
nuestro vértigo o nuestra ingravidez. Pero ¿es tal el limbo?
Yo
veo el Universo como una sinfonía compleja que resulta inaudible e inimaginable
para las propias criaturas que conformamos ese hermoso conjunto armónico, por
causa de nuestra propia diminutez. Como partículas subatómicas, sólo percibimos
algo que podría representarse como ruidos de ceros y unos, y que, para mayor
confusión, nuestra cultura refuerza en combinatorias infinitas que llamamos
"realidad".
Afortunadamente,
estamos programados para tener siempre la posibilidad de salir de esa matriz,
alejar nuestra perspectiva y comprobar que somos observadores, al tiempo que
notas, de esa inimaginable composición integral.
Los
místicos y meditadores de todos los tiempos lo trataron de referir con una
curiosa expresión unánime: "hacer el silencio interior" (cosa
imprescindible para poder "oír", tanto física, como mental o
espiritualmente). ¿No es esto lo que
subsume nuestra conciencia en un espacio-tiempo diferente que para algunos es
“enajenación” y para otros “estados de conciencia ampliada”?
Todo
lo que nos centrifuga nos libera en mayor o menor grado, pero la principal
fuerza centrifugadora es el amor, aunque a veces esa liberación tiene otras
caras. Cualquier entrega desinteresada del yo, el desapego y la aceptación que
dejan como regalo el dolor y las experiencias vitales bien elaboradas, son puertas
al infinito.
La
desconexión paulatina que hacen muchos enfermos de Alzheimer y que en este
vídeo contemplamos, bien pudiera ser un mecanismo de la naturaleza para
producir un tránsito amable de esa partícula, emigrando desde la cárcel de la personalidad
hacia la libertad. Todos hemos de hacer, más deprisa o más despacio, ese trayecto
en el que nos olvidamos de lo aprendido, perdemos densidad y nos difuminarnos,
pero no podemos afirmar si es regresión o es progresión, y nunca sabremos si la
mirada sin foco de estos “puros de corazón” se pierde ante las puertas de la
nada o refleja ese vacío en el que “el sonido de las horas se convierte en
música”, del que hablaba Gibrán.
Todo
aquello que, antes inconexo, sólo era ruido, pasamos a poder contemplarlo organizado
como notas, armonías y melodías que nos dan referencia de eso que se ha
convenido en llamar "Eternidad", y que, muy probablemente, sólo
perciben los que despegaron de tanta densidad, es decir, “los que tienen oídos
para oír”.
Vicky
/
Abril 2012
Me ha gustado.
ResponderEliminarBesos