El otro día tuve ocasión de escuchar en persona al
genial Christian Felber, líder de la propuesta, más política que económica y
más social que política, de la “Economía del Bien Común”. (Ver vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=rsT7ain14_4 )
Un
auditorio a rebosar aplaudió sus palabras cargadas de esperanza, de datos y de
contundentes argumentos a favor de establecer una estrategia hacia la ética
empresarial basada en los valores de consenso universal, que sea atractiva,
además de técnicamente viable, para que pueda progresar e ir ganando terreno a
la economía basada en el lucro y la competencia, que está abocada a la
autodestrucción, arrastrándonos a todos en su voraz y despiadado camino de
avaricia.
Para ello propone que se agrupen y auditen las
empresas “éticas” que quieran adherirse al movimiento y se formen grupos de apoyo
locales, nacionales e internacionales que sirvan de focos de energía que
difundan la idea, dinamizando el consumo que las elija y haciendo presión a los
gobiernos para que faciliten beneficios fiscales y sociales a los empresarios
que certifiquen su compromiso con la Economía del Bien Común.
Con ello se podrá conseguir que sus
productos o servicios no sólo no resulten más caros al consumidor comprometido
y responsable, sino que tengan un precio inferior o al menos equivalente, al
tiempo que, a través de una etiqueta distintiva aseguran que su fabricación o
desarrollo se ha realizado sin daño a las personas ni al medio ambiente, y
sujeto a los principios de la ética universal recogida en la Declaración de los
Derechos Humanos, además de (como de adorno) en todas las Constituciones.
Es un proyecto cierto, bueno y bello
que, si sigue creciendo a la velocidad que lo está haciendo, puede poner
palitos en la rueda de esta máquina de tragar vida …. ¿A qué esperamos para
unirnos o formar un grupo local? Nos han puesto a mano una forma eficiente y
madura de empoderarnos, haciendo visible nuestra enorme fuerza donde más
presión puede hacer, que es como consumidores. En este Siglo XXI somos mucho
más poderosos con una tarjeta en la mano que con una pancarta. Sin nosotros no
hay consumo y sin consumo no hay mercado ni político que se sostenga… ¿Por qué
no elegir dónde poner nuestra energía y el rumbo que queremos que tome nuestro
dinero, en lugar de obedecer como corderos las campañas y consignas mediáticas
de los lobos dementes? YO ELIJO ELEGIR… YO ELIJO EL BIEN COMÚN…. ¿Y TÚ?
He visto un video donde Christian Felber expone su proyecto. Le deseo mucha suerte.
ResponderEliminarUn abrazo