jueves, 31 de mayo de 2012

TENGO TANTAS DUDAS.... Por Vicky Moreno


¿Cómo es posible que no haya tumultos ya por las calles españolas denunciando la nausea que nos causa a los ciudadanos tanta corrupción, tanta ignominia, tanta estupidez? ¿Cómo no hemos salido a los medios explicando al mundo que no queremos a nuestros políticos, que no nos convencen, que somos gente de bien, que ya dejamos la pandereta y no nos comportamos todos como unos sinvergüenzas?
……. ¿Lo seremos? ¿Estará en nuestros genes el afán de lucro, el engaño, el provecho? ¿Seremos hijos bien entrenados por la escasez histórica de cultura? (más que por la de medios o por la de vergüenza -que también-).
            Lo de la jornada de la bolsa de ayer me hizo pensar en tanto despropósito. Iba oyendo yo en una conversación de tren cómo en una sola mañana el movimiento de los inversores a corto (bonita manera de llamar a los especuladores bajitos) registró unas oscilaciones intermitentes de dos puntos y medio en el Ibex, que se fue abajo, vino arriba y bajó otra vez en unas pocas horas. Es decir, hubo gente que en un rato perdió millones, mientras otros, o ellos mismos, al poco se hacían ricos, para volver a la ruina a continuación... ¿Eso muestra el valor evanescente de unas acciones o la situación real de los mercados, o más bien la sed de beneficios de los tiburones de las finanzas ávidos de la sangre con que ahora se tiñe el parquet?
            ¿Estaremos locos?  ¿Cómo se consiente en nuestro mundo civilizado que, sin un producto o servicio por el que cambiarlo, con sólo el dinero (incluso prestado) y la información (también prestada) se pueda multiplicar un capital que no representa esfuerzo ni creación ninguna. Para más inri, la información privilegiada que usan para obtener el rendimiento (cuando no los miedos que interesadamente hacen circular) no necesita ni siquiera ser conocimiento ni es cultura que fecunde nada, sólo astucia para aprovechar la suerte, la ventaja de estar en el lugar y en el momento oportuno, ser de buena cuna o haber pagado en favores el puesto en tan repugnante montería.
Este asco que me atora el gaznate ya ni siquiera es por el hecho de que esto se produzca impunemente en un país empobrecido y endeudado, que precisa con urgencia que esa especulación se traduzca en inversión y se use para resucitar su tejido empresarial e industrial, sino porque tan apestoso lucro, consentido por los gobiernos y envidiado por todos, es una imagen nefasta y deprimente de nuestra estulticia y vanidad, cargada de cinismo.  
Cada vez que escucho los programas económicos no oigo hablar de la economía real, la de las familias y la de los empresarios, que nada han hecho para merecer los bocados que los escualos están metiendo a sus proyectos de vida; se habla de las corporaciones y las multinacionales, de sus accionistas y millonarios consejeros, de los Ibex y los Naxdak, de las grandes familias financieras, con sus adláteres, primos, chorizos y advenedizos, que se perpetúan en el poder a través de las cadenas de favores que se hacen unos a otros, como lo hace la mafia más entrenada.
No hay entrañas en su conducta, pero están dentro de la legalidad porque nuestra legalidad apesta y tienen una extraña facilidad para ser perdonados, para no pagar impuestos, para esquivar el castigo, para protegerse a base de dinero o influencias y para reírse en las narices de los emprendedores y de los trabajadores, y no digamos nada de los parados...
 Pero ¿cómo se habla tanto de economía y de política sin mencionar este "lícito" cambalache, este nauseabundo mercadeo, esta cueva de ladrones consentidos? El dinero no es ético que sea algo diferente a un instrumento de cambio que circule con control. El que tiene más no debe tener privilegios, influencias ni ventajas sociales ni políticas (Otro día hablamos de  estos mal llamados partidos políticos, que más bien debieran declararse “partidos raquíticos”, y que sólo con dinero y prebendas siembran folletones y cosechan voluntades...)
            Esto no tiene remedio porque, aunque al asomarnos a este balcón cómodo creamos todos consensuar la misma visión de la barbarie, sólo somos ciegos conducidos por ciegos beodos, a los que se les enardece el corazón brindando por la proximidad de una Bastilla imaginaria. Perpetuamos el modelo educando a nuestros hijos no para la consciencia y el progreso ético, sino para estar ahí, para ser "ganadores" y no "perdedores", para formar parte de esa pandilla de gaviotas de basurero, para no ser excluidos y poder coger el cacho más grande del pastel, entregando gota a gota la vida, la verdadera vida, a ese extraño dragón del logro....
            En realidad, tengo que decir que es absurda mi reflexión y soberbia mi posición de observadora inocente. Muchos roban, prevarican, especulan, evaden impuestos, trafican influencias…. pero, probablemente, su única diferencia conmigo es que ellos pueden…. ¿Qué haríamos nosotros si “pudiéramos”?
            Ahora mismo, y con la mano en el corazón ¿Alguien puede asegurar que si le llega la oportunidad de invertir 10.000 € prestados para aprovechar la información privilegiada de un valor que va a subir en bolsa (y que devolvería mañana, cuando al vender sacara 100.000), la rechazaría? ¿Nos planteamos alguno de dónde procede o quién pierde lo que ganamos? ¿Le pondríamos pegas a la rentabilidad de un fondo formado por empresas dedicadas al lujo que nos diera ahora mismo un 6%? ¿A cuántos les quita el sueño pensar en qué se invierte su dinero? ¿Sabemos si contribuimos a la venta de armamento? ¿A la especulación? ¿A la fabricación de semillas modificadas genéticamente que empobrecen a los pueblos? ¿Al negocio de la droga? ¿A la deforestación? ¿Al envenenamiento del planeta? ¿A la expoliación de los pueblos? ¿A la discriminación? ¿A las condenas a muerte de inocentes que el hambre ejecuta pero firma nuestra abulia, nuestra ambición y nuestra indiferencia?.......
     Queridos tiburoncillos: Desde la misma orilla de esta pecera de sangre templadita....., que no os despierten.



                                                                 Vicky Moreno / Mayo 2012

martes, 29 de mayo de 2012

LOS POETAS DEL LOGRO – Por Vicky Moreno
    
    Hoy he asistido a un homenaje que me ha llevado a transitar por mis primeros años en el Departamento de Investigación del Hospital en el que trabajo desde hace 33. Como en un túnel del tiempo, he podido revivir los avatares de este complejo y paradójico mundo de la ciencia. Allí estaban muchos de mis amigos y viejos compañeros, entre ellos, antiguos becarios, entonces casi imberbes, y que aún no puedo concebir con canas; relevantes directores de tesis en la actualidad, que en sus comienzos luchaban por abrirse hueco en este ingrato mundo de la investigación.
        En aquellos momentos, yo no veía tanto su angustia como lo que para mi era la tremenda suerte de los hoy llamados “precarios” al haber tenido la oportunidad de culminar una formación con la que yo no me atrevía ni a soñar. Nunca supieron cómo les envidiaba, con qué fruición leía los abstract de sus trabajos y cómo me parecían de interesantes sus repetitivos experimentos, pese a los kilos y kilos de páginas de resultados que tenían que procesar para alcanzar finalmente esos clónicos “cum laude” que les abrían las puertas en España a la posibilidad de consolidación de un sueldito miserable. Muchos se fueron con pesar a otros países, para volver años después con el aval de algún grupo investigador extranjero que daba cuenta de lo buenos que eran, como si no lo hubiera probado ya su lucha en el más hostil de los medios: su país de origen. Otros, los menos arraigados al terruño, no volvieron. Emigrantes sin patria (porque no puede considerarse hogar el lugar del que te expulsan), que tenían que demostrar en destino el doble de méritos que los oriundos, aunque ya llegaban entrenados para soportar la sinrazón….
      Para mucha de esta gente su noble vocación se hizo crisis permanente, y perpetua sombra sin fecha. Ellos son los Sísifos de la ciencia, siempre empujando una piedra que está destinada a caer, bien por insuficiencia de resultados, por insuficiencia de financiación o, en el mejor de los casos, por revelación de nuevas hipótesis que permiten descubrir que la cima alcanzada ya no vale, porque siempre está más allá.
       Después de unos años supe todo esto y se me pasó un poco aquella envidia sana.
      Si el emprendedurismo tiene un modelo de referencia, el de los científicos cumple sus más altos cánones. Su fe incombustible hace visible el axioma de que creer es crear.
        La sociedad no avanza sin idealismo, sin los poetas del logro que escriben sus estrofas entre moléculas, diferenciales, partituras u hojas de cálculo. Aunque no estemos acostumbrados a verlo así, los científicos no están tan lejos de un Neruda o un Bach, ni, del mismo modo, nuestros rapsodas saben cuánta ciencia y conciencia fecundan sus versos. Nunca existe la una sin la otra porque, faltando la ciencia, la conciencia se llama creencia, igual que la ciencia pierde su virtud y denominación si no va acompañada de esa conciencia.
      Es un mundo mejor el que buscamos todos los que sentimos en el alma el afán de progreso de la sociedad, pero, ellos, los creativos, los investigadores, los pioneros, los emprendedores en suma, valientes adalides, no dudan en entregar todo su tiempo, su patrimonio y hasta a veces su vida en persecución de metas tan altas. Que sea un impulso natural, casi irrefrenable, el que sienten, no le quita mérito a la decisión de emprender, caer y volver a alimentar el ánimo, para acometer una vez tras otra el camino de ascenso a cualquier meta. Casi no importa adónde, ni el tiempo lo limita; el caso es avanzar, empujando alto y lejos el sueño, aún en momentos como el que vivimos en que la persecución del logro se hace casi utópica, si no heroica.

       El futuro es suyo porque la historia se escribe gracias a ellos. Son cocreadores del bienestar que el desarrollo a todos nos regala y es obligado el reconocimiento de los que transitamos al rebufo de su brío. Ójala la sociedad sepa un día retribuir mejor a los que emprenden y cuidar el fuego fecundo de su entusiasmo.
       Ahora bien, por amor a la obra bien hecha y por respeto a sí mismos, es prudente que sepan evitar la sombra que acompaña a lo que apasiona: La embriaguez del logro, que embota el alma y marchita el cuerpo; la hipertrofia de lo mental, que apelmaza el sentir; la falta de exigencia para la selección de objetivos; la laxitud en los márgenes éticos de algunos proyectos ilusionantes; el afán de lucro desmedido; la elección de compañeros de camino no tan cabales; la autoindulgencia dejando los cadáveres de sus afectos en la cuneta...
       En cualquier caso, gracias de corazón a ese motor del progreso que son los emprendedores. Los políticos fingen -o incluso creen- que conducen una locomotora encarrilada hacia el cambio, sin darse cuenta de que el camino está ya dado y que de nada les sirve "tanto retumbar y tanto pito" zarzuelero sin la caldera ardiente de los que, a la sombra, desde sus despachos, sus laboratorios, sus talleres o sus aulas proporcionan la verdadera energía que mueve esa compleja maquinaria.
       Brindo por todos los que de verdad saben amar (porque saben cuidar), fabricando futuro y dándolo todo por los que cómodamente viajamos en calentitos vagones, mientras, inconscientes y hasta indignados, creemos hacer algo criticando el retraso, el hollín o el traqueteo. 

                                                           Vicky Moreno / Mayo 2012

martes, 8 de mayo de 2012

Pido un réquiem por...

Los que trocaron
risas por prisas,
hambre por sangre,
cumbres por lumbres,
que excoriaban sin grito
sus ensueños de sal.
Los que creyeron
que ese rito era un reto,
y aquel roto un mal rato,
y la ruta, sin ratas
rollizas que royeran
sus hígados trufados
de ilusiones y mar.
Y, luego, no muy lejos
de ese trecho sin techo,
encontrarían hermanos,
humanos, que no menos;
con manos, no con minas;
sin cercas y sin circos
en los que hacer de monos.
Pero nunca llegaron.
Ni siquiera alcanzaron
a ser una amenaza,
ni quitaron riqueza,
ni tuvieron pereza
para morir de nada,
retorcidos de miedo, 
con la arena de almohada..
Hoy su abrazo es un trazo
de azabache y carey
que elude la memoria;
dulce sonrisa blanca
de la espuma en la bruma
con toques de azul noche
en caja  de metal.
Enredado en las vallas
quedó el sueño que hoy callan.
Profética y atómica,
patética y atlética
la carga de rencores
que el dolor de los suyos
un día hará estallar.

                                     Vicky Moreno   /  
     Octubre 09

lunes, 7 de mayo de 2012

¿CON QUÉ TERNURA, SI NO, SE HARÍA LA PRIMAVERA? Por Vicky Moreno

   Una madre es un tesoro irrepetible por más afectos que después nos regale la vida. Ellas son la tierra que nos sustenta, la sangre que nos alimenta y el agua cálida en la que flotamos aún después de salir de su entraña. Por eso, nunca se van. Desaparecen a nuestros ojos, pero es debido a que se alargan, se ensanchan, se difuminan y se redondean para volver a contenernos.
   La penita nos hace buscar señales y las noches nostálgicas quisiéramos encontrar en el cielo estrellado un guiño de luz que nos la nombre o un código secreto que nos acerque su sonrisa, sin darnos cuenta de que lo que ahora nos envuelve ya no es algo ajeno y lejano sino una bóveda de bits y besos, cálida y protectora. No es que, como dicen algunos, ahora la llevemos dentro, es que de nuevo nos contiene, nos acuna y nos ayuda a crecer y a renacer cada día.
   Por eso, el mejor homenaje que podemos hacerles, es cumplir la meta de su maternidad, el anhelo de su existencia:  Poder contemplar hijos felices, sanos y buenos. Las madres son así. El orgullo aparentemente silencioso de todas ellas se vuelve siempre flores o canciones. ¿Con qué ternura, si no, se haría la primavera...?

jueves, 3 de mayo de 2012

Música coral de Ioannes Thyrsus: Taller en Madrid con Eric Whitacre

Me he quedado absorta después de participar en este taller tan maravilloso del que iba a hablaros, pero Juan lo hace mucho mejor que yo:
Música coral de Ioannes Thyrsus: Taller en Madrid con Eric Whitacre: Durante un fin de semana lluvioso y desapacible de final de abril se ha desarrollado el primer taller del compositor Eric Whitacre en Mad...

sábado, 14 de abril de 2012

¿QUÉ SUEÑAN LOS AUSENTES? Por Vicky Moreno


http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=NKDXuCE7LeQ

Este vídeo me ha hecho reflexionar sobre la naturaleza de la lucidez, tan estudiada como poco conocida. Aparentemente, muestra a un ser humano acabado, sumido en un limbo inánime y vacío que produce piedad. Más que una plácida ausencia, lo que parece que su cuerpo acepta y su mente transita es la antesala de la muerte.
De pronto, el alma de la música conecta sus deshilachados recuerdos y rescata fogonazos de pasión dormida, para mostrarnos un trailer borroso de las ruinas de su biografía, que emerge de no se sabe dónde, con la misma energía con la que se agarra lo escurridizo o la angustia con la que se trata de acreditar lo amado que se fue.
Nada sabemos de esos callejones oscuros donde ya no alcanza el sol a alumbrar y a duras penas se diferencia el día de la noche. Desde nuestra orilla definida, ese espacio de tinieblas produce pavor y preferimos no mirar antes que investigar nuestro vértigo o nuestra ingravidez. Pero ¿es tal el limbo?
Yo veo el Universo como una sinfonía compleja que resulta inaudible e inimaginable para las propias criaturas que conformamos ese hermoso conjunto armónico, por causa de nuestra propia diminutez. Como partículas subatómicas, sólo percibimos algo que podría representarse como ruidos de ceros y unos, y que, para mayor confusión, nuestra cultura refuerza en combinatorias infinitas que llamamos "realidad".
            Afortunadamente, estamos programados para tener siempre la posibilidad de salir de esa matriz, alejar nuestra perspectiva y comprobar que somos observadores, al tiempo que notas, de esa inimaginable composición integral.
            Los místicos y meditadores de todos los tiempos lo trataron de referir con una curiosa expresión unánime: "hacer el silencio interior" (cosa imprescindible para poder "oír", tanto física, como mental o espiritualmente).  ¿No es esto lo que subsume nuestra conciencia en un espacio-tiempo diferente que para algunos es “enajenación” y para otros “estados de conciencia ampliada”?
Todo lo que nos centrifuga nos libera en mayor o menor grado, pero la principal fuerza centrifugadora es el amor, aunque a veces esa liberación tiene otras caras. Cualquier entrega desinteresada del yo, el desapego y la aceptación que dejan como regalo el dolor y las experiencias vitales bien elaboradas, son puertas al infinito.
La desconexión paulatina que hacen muchos enfermos de Alzheimer y que en este vídeo contemplamos, bien pudiera ser un mecanismo de la naturaleza para producir un tránsito amable de esa partícula, emigrando desde la cárcel de la personalidad hacia la libertad. Todos hemos de hacer, más deprisa o más despacio, ese trayecto en el que nos olvidamos de lo aprendido, perdemos densidad y nos difuminarnos, pero no podemos afirmar si es regresión o es progresión, y nunca sabremos si la mirada sin foco de estos “puros de corazón” se pierde ante las puertas de la nada o refleja ese vacío en el que “el sonido de las horas se convierte en música”, del que hablaba Gibrán.
Todo aquello que, antes inconexo, sólo era ruido, pasamos a poder contemplarlo organizado como notas, armonías y melodías que nos dan referencia de eso que se ha convenido en llamar "Eternidad", y que, muy probablemente, sólo perciben los que despegaron de tanta densidad, es decir, “los que tienen oídos para oír”. 

                                                                                  Vicky /
                                                                                              Abril 2012

Nota:  Yo también quisiera un día oír. Mientras tanto, mucha música.

lunes, 9 de abril de 2012

LAS RELACIONES HUMANAS A LA LUZ DE LOS PRINCIPIOS DE LA BIOÉTICA Por Vicky Moreno






Los seres humanos tenemos la mala costumbre (y la tendencia natural) de justificar hasta el absurdo los medios que empleamos en la persecución de nuestros fines, ignorando el mal que causamos como consecuencia de nuestras acciones u omisiones, tanto cuando nuestros instintos nos piden no movernos de donde nos encontramos cómodos, como cuando nos empleamos en conseguir lo que nos apasiona, secuestrando nuestro cerebro la información sobre los “daños colaterales” que la inercia o la obsesión provocan.
En este sentido, nuestra capacidad de espanto llegó a una de sus cimas históricas cuando se descubrieron los macabros datos sobre los “accidentales fallecimientos” y los “daños colaterales” de los experimentos médicos llevados a cabo por los prestigiosos facultativos al servicio de Hitler. Todos pensaban que hacían lo “correcto” (¿locura colectiva?, ¿hipnosis?, ¿pereza mental?, ¿anestesia moral mimética?)
 Los rápidos avances tecnológicos que comenzaron el siglo pasado aceleraron el cuestionamiento de si todo lo que podía ser investigado se debía investigar, si todo lo que podía ser curado se debía curar, si todo lo que podía ser fabricado se podía fabricar, y si todo lo que podía ser hecho o dicho se podía hacer o decir.
 Hay aún personas que defienden el progreso tecnológico en forma incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí misma, sino que debe estar al servicio del ser humano y de forma controlada bajo criterios éticos.
La labor científica y médica ha estado teñida de mucho altruismo y heroicidad, pero también de prepotencia y paternalismo. Los resultados eran medidos por su eficacia neta, es decir, por su capacidad de llegar al fin perseguido, fuera éste el descubrimiento, la curación o la mejora de la patología tratada, pero sin considerar el bien integral del paciente, su entorno, valores, cultura, sentimientos y percepción de esa realidad que le viene impuesta, a menudo sin diálogo ni consenso, aunque hubiera sumisión o inclusive consentimiento.
         Tras la implantación de los Comités de Ética en todos los centros de decisión, pasó a imponerse el debate ético y a proponerse y utilizarse los Principios de la Bioética como parámetros para el análisis.  Poco a poco este discurso alcanzó incluso al mundo empresarial, acuñándose términos paralelos que querían contemplar la gestión ética de los recursos, los intereses de todas las partes intervinientes en cada proceso, las consecuencias de su interacción y la mejor forma de llevar a cabo el fin común sin maleficencia, con justicia, con la máxima beneficencia y respetando las peculiaridades y autonomía de los individuos.
         No quiero aquí profundizar en este apasionante mundo de la bioética ni en las desviaciones que todo esto ha sufrido en los últimos años por causa de los distintos actores e intereses en juego, sino analizar si estos cuatro concisos principios tan exitosos pueden ser de aplicación práctica en el ámbito de las relaciones humanas y, más específicamente, en el de las relaciones de pareja.
El criterio fundamental que anima a la bioética es el respeto al ser humano, a sus derechos, a su dignidad y a su bien, en sentido profundo. Por eso, los cuatro principios establecidos: No Maleficencia, Autonomía, Justicia y Beneficencia, son faros que pueden iluminar muchos otros códigos de conducta.
El mundo de las relaciones humanas parece estar a años luz de los métodos de la investigación científica y tecnológica, pero quiero hacer una reflexión sobre la necesidad que existe ante cualquier interacción humana de adoptar rigor y disciplina para el análisis metódico de sus conflictos, así como la necesidad de cualquier disciplina de aproximar el conocimiento científico, el discernimiento y la conciencia a sus procedimientos y postulados.
Hay en general un inexplicable descuido sobre la necesidad de un abordaje multidisciplinar y una buena dosis de humildad que permitan el aprendizaje continuo imprescindible para acometer el tratamiento de los conflictos de relación, que, por ser comunes al género humano, cualquiera ve posible resolver de manera doméstica (“como siempre se ha hecho”), al igual que los galenos de antaño consideraban innecesario poner cualquier cosa distinta que su “ojo clínico” para el diagnóstico y tratamiento de las patologías de toda la vida. Pueden darse las resoluciones maravillosas que la intuición anuncia, pero, en ambos casos, ese atrevimiento puede conllevar también graves consecuencias, incluida la muerte del paciente o de la relación.  
Se puede partir entonces de la base de que Ciencia, Conciencia, No Maleficencia, Paciencia, Estudio, Beneficencia, Justicia y Respeto a la Diferencia y la Autonomía, podría ser una buena fórmula tanto para averiguar qué-cómo-cuándo firmar, qué-cómo-cuándo fabricar, qué-cómo-cuándo comprar, qué-cómo-cuándo investigar, qué-cómo-cuándo diagnosticar, qué-cómo-cuándo recetar, qué-cómo-cuándo operar, qué-cómo-cuándo abordar una enfermedad o una persona, qué-cómo-cuándo hablar, qué-cómo-cuándo callar…. y cualquier otra situación decisoria que requiera la deliberación sobre alternativas.
Es frecuente todavía encontrar personas que defienden que basta con hacer lo justo o lo legal para ser buena persona y cumplir con el deber moral de cuidado. Nada más lejos de la realidad. Como es sabido, lo ético está un paso más allá de lo justo o lo legal y, de hecho, hay situaciones que, aún cumpliendo con la justicia y la legalidad en vigor, pueden ser poco éticas, y otras que ofrecen un pobre resultado ético si sólamente se resuelven haciendo lo que consideramos justo o lo que manda la ley.
Por eso, una persona consciente no puede aspirar tan sólo a ser justa si no se preocupa por ser, además, no maleficiente, benevolente, observador y respetuoso con la autonomía y diferencia del otro.
Y aquí hemos llegado al colofón del planteamiento de la aplicación de los principios de bioética a las relaciones humanas.
Podría resumirse que, sea cual sea la relación, no queremos bien si no queremos a la luz de estos principios.
 El primero de ellos (primum non nocere), la No Maleficencia. Evitar hacer el mal debe regir la conducta básica, teniendo en cuenta que, para ser no maleficiente, hay que estudiar al compañero/a y ser conscientes de que, además de la parte objetivable del mal que podamos hacer, es preciso tratar de evitar todo lo que el otro percibe como lesivo, siempre que no entre en conflicto con nuestro propio derecho de Autonomía.
Igualmente, la Justicia es una conducta de orden superior y obligatoria que, como decíamos, no exime del cumplimiento de los otros principios. Ser justos también requiere esfuerzo y observación porque no basta con hacer puntualmente lo correcto sino que precisa de un inventario de las cosas o circunstancias que está en tu mano administrar, y no admite omisiones.

El Principio de Beneficencia es frecuentemente el más aludido, y hay muchos refranes castellanos que evocan el mandamiento cristiano de hacer el bien, inclusive “sin mirar a quien”, pero, curiosamente, esta apertura no sería ética. No es ético hacer lo que a nosotros nos vendría bien, porque el otro es diferente y requiere su propio análisis. Además, estando nuestra posibilidad de hacer el bien condicionada por el tiempo disponible y los medios a nuestro alcance, y siendo ambos finitos y escasos, en un circulo afectivo amplio, hacer el bien a cualquiera que lo pide o necesita, sin discernimiento ni priorización, podría significar atentar contra el principio de justicia.
Por último, el Principio de Autonomía tiene una sutil interpretación en el mundo de las relaciones. Todo el mundo tiene derecho a la expresión de su individualidad y características personales, y nadie puede pretender cambiar a nadie, mucho menos en nombre del amor. El respeto a la diferencia y la ayuda a la expresión y desarrollo espontáneo de la naturaleza del otro es un deber esencial y un derecho básico exigible. Igual que una intervención quirúrgica requeriría de un “consentimiento informado” que garantice que se cuenta con la voluntad del sujeto, la ”intervención psicológica” sobre la estructura profunda de otro ser humano debería contar con el permiso expreso del propietario. Los valores que animan una vida van en el conjunto de su personalidad y su estructura sutil, y requieren el máximo respeto.
Véase pues que, al igual que la toma de decisiones médicas o científicas, relacionarnos es algo mucho más complejo de lo que nos enseñan y, para hacerlo de forma eficiente, hace falta profundizar y obedecer a los Principios Éticos, que van a convertir en adecuado nuestro esfuerzo y van a reducir al mínimo las incertidumbres que se encuentren alrededor de nuestro deber moral y empeño de bien.    

domingo, 8 de abril de 2012

YO ELIJO ELEGIR. YO ELIJO EL BIEN COMÚN. Por Vicky Moreno


         El otro día tuve ocasión de escuchar en persona al genial Christian Felber, líder de la propuesta, más política que económica y más social que política, de la “Economía del Bien Común”. (Ver vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=rsT7ain14_4   )
         Un auditorio a rebosar aplaudió sus palabras cargadas de esperanza, de datos y de contundentes argumentos a favor de establecer una estrategia hacia la ética empresarial basada en los valores de consenso universal, que sea atractiva, además de técnicamente viable, para que pueda progresar e ir ganando terreno a la economía basada en el lucro y la competencia, que está abocada a la autodestrucción, arrastrándonos a todos en su voraz y despiadado camino de avaricia.
 Para ello propone que se agrupen y auditen las empresas “éticas” que quieran adherirse al movimiento y se formen grupos de apoyo locales, nacionales e internacionales que sirvan de focos de energía que difundan la idea, dinamizando el consumo que las elija y haciendo presión a los gobiernos para que faciliten beneficios fiscales y sociales a los empresarios que certifiquen su compromiso con la Economía del Bien Común.
Con ello se podrá conseguir que sus productos o servicios no sólo no resulten más caros al consumidor comprometido y responsable, sino que tengan un precio inferior o al menos equivalente, al tiempo que, a través de una etiqueta distintiva aseguran que su fabricación o desarrollo se ha realizado sin daño a las personas ni al medio ambiente, y sujeto a los principios de la ética universal recogida en la Declaración de los Derechos Humanos, además de (como de adorno) en todas las Constituciones.
Es un proyecto cierto, bueno y bello que, si sigue creciendo a la velocidad que lo está haciendo, puede poner palitos en la rueda de esta máquina de tragar vida …. ¿A qué esperamos para unirnos o formar un grupo local? Nos han puesto a mano una forma eficiente y madura de empoderarnos, haciendo visible nuestra enorme fuerza donde más presión puede hacer, que es como consumidores. En este Siglo XXI somos mucho más poderosos con una tarjeta en la mano que con una pancarta. Sin nosotros no hay consumo y sin consumo no hay mercado ni político que se sostenga… ¿Por qué no elegir dónde poner nuestra energía y el rumbo que queremos que tome nuestro dinero, en lugar de obedecer como corderos las campañas y consignas mediáticas de los lobos dementes?  YO ELIJO ELEGIR…  YO ELIJO EL BIEN COMÚN…. ¿Y TÚ?