Hoy tiene color de nostalgia el telón del escenario de mi noche. Como decía un amigo, añoro los labios, todos los labios que una vez, con dulzura, pronunciaron mi nombre. O no...... Quizá añoro los besos que pude dar y no di, o aquellos que ella me dio sin que entonces yo pudiera sospechar siquiera que eran el testimonio de algo tan único y verdadero que su molde, años después, serviría para medir la escasa dimensión de todas las ternuras en porciones que el futuro me había de proporcionar.
¿De qué hablaba?... Ah, sí. Del porvenir. De ese lugar que llenamos de sueños mientras, obedientes, aprendemos a aceptar asfixiarlos.
Mozart suena esta noche a Cola-Cao con galletas, coplas de patio y carbón crepitando entre las llamas de una cocina vieja en la que el tiempo ablanda las carnes y endurece las almas.
Vicky / Enero 2012
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