DE VERDAD...¿NO SOMOS MAYORÍA LOS QUE QUEREMOS QUE LA
DEUDA LA PAGUE QUIEN LA HA CREADO?..... ¿POR QUÉ NOS DEJAMOS HIPOTECAR NUESTRAS
VIDAS?
Andaba yo calladita por
aquello de no meter la pata desde mi ignorancia, pero hoy ya, dándole vueltas a
la cabeza, ni he dormido. Esto ha llegado demasiado lejos.
Yo no soy experta en la
materia, ni mucho menos, y no voy a contar quién ha creado la deuda porque a
estas alturas todos lo sabemos o intuimos y, los que no, saben al menos que
ellos no han sido.
Estamos asistiendo al más
fantástico espectáculo de sombras chinescas jamás representado en nuestro país.
Sin preguntarnos, nos envuelven en aseveraciones incuestionables y debilitan
nuestra voluntad con el miedo de estar abocados a la catástrofe más feroz,
presentando como indiscutible el beneficio de ese rescate, supuestamente
inevitable, que más parece castigo, puesto que financia la consolidación del
mismo sistema que lo ha provocado y llena los bolsillos de los mismos actores
que nos han conducido a esta situación, convirtiendo en paganos a sus propias
víctimas.
La cuestión es que los
expertos (yo no llego ni a aficionada y por eso los escucho con atención)
argumentan que, si no accedemos a ese caritativo préstamo, no se reactiva el
crédito ni se reanima la economía, cuando, por otra parte, a mi me parece que, cualquiera
que administre su propio hogar con sensatez puede colegir que, si pides un
préstamo cuando estás ya ahogado en deudas y malamente sacas para comer cada
mes, difícil te será pagarlo si no obtienes más ingresos, y más difícil aún
seguir comiendo después de que lo gastes…
No creo, además, que la tan
manida Troika (complot de los tiburones, banqueros y gobernantes ambiciosos,
para mis amigas las administradoras domésticas) estén pensando tanto en nuestro
beneficio como en el suyo propio, es decir, que unos precisan tanto de nuestro
endeudamiento (para que sigamos siendo ganado lechero mientras abaratamos
nuestros precios), como otros de nuestra liquidez (para que podamos seguir
pagando las deudas contraídas con sus interesadas y especulativas inversiones
potenciadoras en su día –e impunemente- de la propia burbuja inmobiliaria).
Aceptamos préstamos como si
fueran donuts, y tan sólo representan bolas de hierro en nuestros pies y grilletes en
nuestras manos para, como mínimo, toda una generación. La esclavitud hoy tiene
muchos ceros.
Se nos ha dicho que Islandia
no es el camino porque no es el mismo caso… Podría ser, pero, visto lo visto y,
sobre todo, el abismo hacia el que nos dirigen nuestros sumisos gobernantes,
abducidos por el interesado orden establecido y el inmoral complot
internacional de la economía especulativa, ¿por qué no buscamos fórmulas ingeniosas
para plantarnos, sin violencia; echar a los ineptos, sin
violencia; nacionalizar lo que es nuestro, sin violencia, y
cambiar la ley para que se persiga a los culpables de evasión, robo y
especulación, sin violencia....?
Pasaremos unos años complicados,
pero no más que los que nos esperan, pagaremos las deudas justas, limpiaremos
el patio de ratas y vampiros y, con lo que quede, incluido el ahorro de
suspender tantos sueldos de más a diputados y senadores, tanto derroche de las
multiplicadas Administraciones, tanta duplicidad de cargos públicos, tanto
candongo, primo y vago asalariado (incluido el lujo inasumible de mantener una
"casa real", financiar partidos políticos o sindicatos), tan ilógica
inversión en armamento que sólo produce muerte e hipócritas beneficios, tanta
obra pública inútil, tanta subvención sin supervisión, tanto ladrón de guante
blanco impune y sin exigencia de devolución, tantas rendijas de la ley frente a
la evasión fiscal, etc., etc.... Con lo que quede, decía, potenciaremos la
industria, revitalizaremos lo nuestro, el comercio, el turismo, el ánimo de los
emprendedores; restauraremos una saludable economía rural; tomaremos medidas
fiscales y legislativas para que no se vuelva a dar una polarización tan grande
de la sociedad; haremos compatible una sostenible austeridad con la generación
de empleo, la estabilidad, la equidad, la educación integral, la gestión
sanitaria basada en la evidencia, la inversión social, y exigiremos el
inexcusable ejercicio ético de un gobierno (asegurando el ascenso de los más
formados y no de los más subordinados) auténticamente representativo de la
mayoría y en servicio humilde y transparente hacia todos, que garantice un
reparto equitativo de cargas y beneficios entre los ciudadanos.
¿Que estoy soñando? No me
parece, pero, si así fuera, en cualquier caso hay que atreverse a sembrar
futuro. Frente a lo que tenemos, cualquier sueño es una puntada de esperanza.
Vicky Moreno
Estupendo.
ResponderEliminarUn saludo